Bolígrafos, libretas y una fesoria. Ese es el material escolar que utilizan a diario los alumnos del colegio público de Infiesto. Los jóvenes cultivan ajos, cebollas, rábanos , maíz "y lo que haga falta" desde el pasado otoño en el patio del centro. La iniciativa forma parte de un proyecto puesto en marcha por la profesora de audición y lenguaje, Conchi de la Iglesia. "El curso pasado intentamos cultivar una huerta ecológica pero empezaron a aparecer muchas piedras y tuvimos que esperar a que el Ayuntamiento nos lo acondicionara", explica la maestra. Los jóvenes no perdieron tiempo y empezaron ya en invierno a cultivar en recipientes usados de yogur y cajas de fruta que les proporcionaron las cocineras del centro semillas que trasplantaron en primavera.

"En cada caja pusimos dos y seguimos todo el ciclo de las plantas, como van creciendo y les sale flor", explicaron alumnas como Cayetana García y Lola Montequín, de sexto curso. "Las malas hierbas las echamos en una compostadora comunitaria para obtener abono en el futuro", apuntaron. Los mayores se encargan de tareas más pesadas, como cavar con la pala, mientras que los chavales de los cursos inferiores riegan o quitan las malas hierbas. Los estudiantes de cada aula tienen la responsabilidad de cuidar de una de las cajas a lo largo del curso, que les toca por sorteo. Los niños también deciden qué hacer con los frutos obtenidos. "Ya conseguimos los primeros rábanos y lechugas y decidimos hacer una ensalada para degustarlos. Nos gustaría abastecer a todo el comedor pero de momento la producción es limitada", explica la profesora, que resalta la buena predisposición de las familias, que colaboran aportando semillas autóctonas. Tanto es así que los nueve metros cuadrados de huerta se les están quedando pequeños y ya planean una ampliación al patio de la zona de infantil de cara al próximo curso. Y eso que no utilizan productos químicos para conservar los cultivos. "Utilizamos abonos ecológicos de humus de lombriz y queremos potenciar al máximo las semillas locales", contó la impulsora del proyecto.

Los alumnos del colegio de Infiesto, como Álex Ceñal o Hernán González, resaltan los beneficios de la huerta ecológica, a saber: respeto por el medio ambiente, fomento de la responsabilidad y el trabajo en equipo para evitar que las plantas (que el conserje cuidará durante las vacaciones de verano) se sequen, aumentar el conocimiento sobre la flora y una alimentación saludable. "Algunos no sabían al principio lo que era una alcachofa y ahora tenemos hasta semilleros de aromáticas y medicinales como albahaca, tomillo, orégano o eneldo", presumen desde el centro.