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Andrés Martínez: "La Junta de Cofiño es testimonio vivo de autogestión democrática"

El historiador cierra el curso académico del RIDEA con una conferencia sobre el Sueve

Andrés Martínez. LNE

Una institución "única" en España, comparable al Tribunal de las Aguas de Valencia. Así define Andrés Martínez, subdirector del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) y cronista oficial de Piloña, a la Junta de Cofiño. El historiador cierra mañana en Oviedo, a las 19.30 horas, el curso académico con una charla sobre el órgano gestor de los ganaderos del Sueve, en la que repasará su origen, que la tradición oral sitúa en tiempos anteriores a la Reconquista. En cuanto a las pruebas documentales escritas, Martínez constata que fue el monarca Alfonso XII quien ratifica la propiedad de los coterráneos sobre el monte Sueve por medio de una Real Orden de 1879, dictada en respuesta al proceso de desamortización que les afectaba.

"Es una institución asturiana muy singular. Las noticias indirectas de su archivo constatan que el disfrute del monte corresponde a los pueblos coterráneos -de Piloña, Parres y Colunga- de forma mancomunada desde la Edad Media, aunque no podemos determinar en virtud de qué título disponen de ese derecho", explicó. El historiador, que también tiene en cuenta para su investigación los estudios toponímicos y los hallazgos arqueológicos, califica de "significativo" que ningún dominio monástico ni señorío laico tuvo presencia en los espacios comunes del Sueve.

Martínez asegura que la Junta, compuesta por un presidente y tantos vocales como pueblos integran la mancomunidad, se reunía de forma ordinaria anualmente y a modo de concejo abierto en la parroquia de San Miguel de Cofiño. "Era un modelo de gestión democrático basado en normas consuetudinarias, que aún mantiene gran arraigo y cuya autonomía suscitó recelos en las respectivas corporaciones municipales", aseguró. Como ejemplo puso al Ayuntamiento de Piloña, que llegó a solicitar a los vecinos un escrito en el que confirmaran su desvinculación con el ente.

Son varios los motivos por los que el historiador achaca propiedades únicas a la Junta de Cofiñu. Para empezar, por ser un testimonio vivo de autogestión democrática de reservas naturales. En segundo lugar, por su llamativa forma de agrupación, no identificable con las parroquias colindantes. "Se enmarcan entre límites geográficos e históricos de los que no hemos podido averiguar en virtud de qué criterios se hicieron efectivos", apunta el historiador, que barrunta que la Ruta Jacobea pudo tener "algo que ver" a la hora de articular el territorio "como línea divisoria de los pueblos que tienen derecho al disfrute del Sueve".

Otra característica fundamental es que todos los coterráneos tenían derechos en la superficie total del puerto, de 80 kilómetros cuadrados, que aprovechaban para pastos entre primavera (marzo o abril) hasta el otoño (octubre o noviembre). "Los ganados eran vigilados por un vecino elegido de forma rotativa, que se encargaba de controlar los rebaños del resto y de controlar el acceso de reses externas, que debían ser prindadas".

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