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Personajes de Cangas de Onís

Un barbateño adaptado al clima cangués

El gaditano Manuel Cardoso, guardia civil retirado, lleva más de cuatro décadas residiendo en la localidad

Manuel Cardoso. J. M. CARBAJAL

Manuel Cardoso Moreno, de 66 años, nació en Barbate de Franco (Cádiz), una tradicional población pesquera dedicada tanto a la pesca en los caladeros marroquíes como a la del atún mediante el arte de la almadraba. Avatares del destino propiciaron que en 1973 llegase a Cangas de Onís, cambiando el sol sureño por el verdor del área de influencia de los Picos de Europa, para acabar echando raíces en ese bucólico rincón -"Mínima Urbium, Maxima Sedium"- del oriente del Principado de Asturias.

Segundo hijo -tiene otros tres hermanos- del matrimonio formado por Manuel Cardoso Muñoz, natural de Barbate, y de María Moreno Rojas, ésta de Utrera, ambos fallecidos, Manuel Cardoso Moreno se inició, una vez finalizados sus estudios de Primaria, en el mundo de la pesca marítima. Entró como aprendiz con apenas 14 años, y eso que la cartilla de navegación en aquella época no se otorgaba hasta los 16. Según fue ganando experiencia, ejerció funciones de marinero y botero en diversos barcos, percibiendo su remuneración "a la parte".

No tenía cumplidos 20 años cuando le llamaron a filas para incorporarse al Centro de Instrucción de Marinería de San Fernando, en Cádiz. A los tres meses, embarcó en el buque escuela de la Armada "Juan Sebastián Elcano" para un crucero de instrucción por espacio de medio año. Pasó por las islas Canarias, Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires, Punta Arenas, Valparaíso, Guayaquil, Colón, San Juan de Puerto Rico, Lisboa y la base naval de Marín en Pontevedra.

El dicho de "con más mili que el palo de la bandera" le viene como anillo al dedo a Cardoso, tal como le conocen en Cangas, ya que, si bien concluyó el crucero de instrucción de guardiamarina el 4 de junio de 1970, tras pasar unos meses en labores de pintura y mantenimiento del barco en La Carraca, en San Fernando, la realidad es que le tocó otro segundo crucero en el mismo "Juan Sebastián Elcano", con dirección a Puerto Barrios (Guatemala), Nueva Orleans, Nueva York, Ponta Delgada (Azores), etcétera.

"Estando en Nueva Orleans nos correspondía licenciarnos, pero tuvimos que continuar el trayecto. El trabajo a bordo era duro. Al final acabamos haciendo cuatro meses más de mili de lo que nos correspondía", comenta Cardoso, quien finalmente se licenció el 7 de julio de 1971 al llegar a Almería. Desde la ciudad almeriense hasta Barbate hubo de hacer el viaje en tren.

De su período militar guarda con mimo el certificado de marinero de primera, expedido por el capitán de fragata Agustín Rosety Coto, en el que se expone la distancia navegada en los citados cruceros: "un total de 34.030 millas y 305 singladuras".

De nuevo en Barbate, Cardoso probó en la construcción, como peón en la ejecución de una cooperativa de 48 viviendas. Su misión era hacer hormigón a mano. Compatibilizaba ese trabajo con estudios nocturnos con un profesor particular. Aguantó unos meses en el gremio de la construcción al surgirle la ocasión de ingresar en la Academia de la Guardia Civil de Úbeda, en Jaén. Medio año después, tras acabar el curso, ya era guardia segundo y pidió destino en Asturias, aprovechando que un compañero suyo de promoción estaba casado en Avilés y le animó a ello.

Más de 1.000 kilómetros de distancia separaban Barbate de Cangas de Onís. Su primer viaje de Sur a Norte fue en ferrocarril. Arribó al viejo cuartel de la Guardia Civil de Cangas de Onís, antaño localizado en la calle del Mercado, el 1 de febrero de 1973, junto a otro compañero de Ponferrada y uno de Córdoba. Disponían de un cuarto en el que dormían cinco personas, todos solteros; en tanto, la manutención era en el bar El Gijonés o en el restaurante El Sella. Al frente de la línea de la zona suroriental estaba el teniente-jefe Florentino González Fuentes. "Lo que me embriagó fue el clima de aquí", apunta Cardoso, rememorando su llegada a la ciudad canguesa.

En junio de 1973 conoció una noche de San Juan a la que acabaría siendo su esposa, Elisa García García, vecina de Aballe (Parres), con la que contrajo matrimonio en la Santa Cueva de Covadonga en febrero de 1974, boda oficiada por Emiliano de la Huerga. Tienen dos hijos, Iván y José Manuel. Allá por octubre de 2010, Cardoso se jubiló de la Benemérita, después de 37 años de servicios y sus compañeros colocaron una gran foto en lo alto de El Puentón. Al principio, entre otras funciones, realizó labores de conductor de los vehículos de la Sección de Rescate e intervención en Montaña (SEREIM), con base en Cangas de Onís, creado en el año 1977.

Cardoso es muy aficionado a la electrónica, pues comenzó a interesarse cuando coleccionaba por fascículos la enciclopedia "Electronica". Para practicar acudía al taller de reparaciones de su amigo Jaime Fernández, en el El Fondón. "La megafonía interior del cuartel la monté yo", explica. "También me encargué del mantenimiento de la calefacción", añade. Eso sí, una de las fechas que le quedó marcada, en cuanto a los servicios de su profesión, fue la de las inundaciones del barrio de El Lleráu, por desbordamiento del río Güeña, en agosto de 1983.

Aquel día, estando de puerta en el cuartel, no se lo pensó cuando, sin quitarse el uniforme, se dedicó a evacuar vecinos -niños y gente mayor- que estaban pasando apuros por la crecida del Güeña que anegó el barrio, zona en la que igualmente se enclava el actual cuartel.

Como buen gaditano, a Cardoso le gustaba disfrazarse por Carnaval, en compañía de un grupo de amigos, tales como Jose el Mecánico, Jaimín el de las Radios, Bibi Nuñez y Antonio el de Vis, entre otros.

Además, también le satiface, ya jubilado, la partida de subastao con Vicente el del Peregino, Toni el alcalde y Pancho el de Sevares.

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