José Luis Valdés no pudo evitar el llanto cuando, en la tarde del jueves, recibió una llamada del Ayuntamiento de Ribadesella en la que se le informaba de que podía pasar a recoger la licencia de obras para construir en su finca de El Concilio. Se le escaparon las lágrimas porque era el punto final a 32 años de lucha, penas, decepciones, impotencia y sinsabores. Un calvario. Cuando inició su particular cruzada tenía 38 años. Ahora tiene 70.

Valdés y su familia podrán por fin levantar en El Concilio, una finca situada en lo mejor de la villa -junto al puente, al puerto deportivo y al cruce que conduce a la cueva de Tito Bustillo-, 18 viviendas, tres locales comerciales (uno de los cuales será cedido al Ayuntamiento) y unas 60 plazas de aparcamiento. Atrás han quedado miles de horas, de vueltas. "Sólo en relación con el Camino de Santiago hemos tenido que presentar cuentas tres veces, y perdí la cuenta de las que salió a exposición pública", señaló Valdés, visiblemente emocionado al ver el final del túnel y al darse cuenta de que la desigual pelea acababa ayer.

El riosellano señalaba que el proyecto de El Concilio se ha visto tan expuesto, tan revisado, tan escrutado, tan analizado y tan estudiado, "que no hay otro en el mundo entero que tenga tantos sacramentos y tantas bendiciones". Relatar todas las vicisitudes que rodearon al proyecto de El Concilio daría para varios libros. Ejemplo: en 2013 Urbanismo daba luz verde al convenio urbanístico suscrito con el Ayuntamiento. Pero cuando parecía que ya estaba todo arreglado, surgían nuevos problemas, nuevas trabas. Y solo ayer, con la licencia de obras en la mano, Valdés supo que "todo había acabado".

Los propietarios de El Concilio achacaron la paralización del desarrollo de El Concilio desde 1982, en primer lugar, a los políticos locales, al "politiqueo barato". Hubo incluso ediles que bloquearon el proyecto "porque me iba a iba a hacer muy rico", rememoraba Valdés hace tres años. "Fue una injusticia", añadía el riosellano, que salva de toda crítica a las últimas Corporaciones, encabezadas por el socialista Ramón Canal y la forista Charo Fernández, "que sí tiraron para adelante por El Concilio".

La propiedad lanzó muchas propuestas, incluso ceder al Ayuntamiento el antiguo edificio de la finca, derribado hace unos años, tras acabar en ruinas porque las autoridades ni querían hacer ellas, ni permitían obras de mantenimiento. Un ejemplo de la desidia de muchas Corporaciones: la finca estuvo durante más de veinte años pendiente de expropiación por parte del Ayuntamiento. Una expropiación incluida en los planes urbanísticos locales, pero que nunca se ejecutaba, por lo que los dueños ni recibían el dinero que valía su propiedad, ni podían desarrollarla.