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La investigación regresa a la gruta riosellana de Cova Rosa

La cueva de Sardéu fue estudiada entre los años 50 y 80, cuando se hallaron restos solutrenses y magdalenienses

La investigación regresa a la gruta riosellana de Cova Rosa P. M.

La gruta riosellana de Cova Rosa, en Sardéu, ha vuelto al candelero de la investigación. Pero no zoológica (en la cavidad habita una singular colonia de murciélagos) sino prehistórica, pues varios especialistas han retomado el trabajo que hizo Francisco Jordá Cerdá entre los años cincuenta y ochenta del siglo pasado para investigar la ocupación humana de la cueva al menos en dos momentos del Paleolítico superior, el de la cultura Solutrense (entre 25.000 y 19.000 años antes de nuestra era) y el de la Magdaleniense (entre 19.000 y 14.000 años antes de nuestra era). Se trata del mismo equipo que ha revisado el material de la cueva de El Cierro (también en Ribadesella, donde ya han vuelto a excavar) y próximamente abordarán el que fue extraído de Cova Rosa.

Es posible que también vayan al campo, que vuelvan a excavar en la cueva, siempre previo permiso de la Consejería de Educación y Cultura, propietaria del yacimiento. Forman parte de este equipo Esteban Álvarez-Fernández, Julián Bécare, Rodrigo Portero, Jesús Jordá (hijo del fallecido Francisco Jordá Cerdá) y David Álvarez Alonso, director de las excavaciones en la cueva de Coímbre (Peñamellera Alta).

La historia de Cova Rosa ha estado impregnada de leyendas sobre "tesoros" que atrajeron a los furtivos, quienes dejaron en su interior escrombreras y cortes. Durante los primeros años de investigación (1958 y 1959) Jordá Cerdá se dedicó a regularizar y limpiar una parte de la cavidad. Así lo explican Álvarez-Fernández, Bécares y Portero en un anexo que la revista "Nailos" (Estudios Interdisciplinares de Arqueología) publicó en diciembre de 2014 sobre el investigador murciano, considerado maestro de prehistoriadores. "Estos trabajos le permitieron distinguir dos niveles, uno adscrito al Solutrense superior y otro, al Magdaleniense inferior", relatan los autores. El material extraído entonces se encuentra en el Museo Arqueológico de Asturias, salvo un pequeño conjunto que actualmente se estudia en la Universidad de Salamanca. Del Solutrense se recuperaron materiales como puntas de muesca, una varilla en asta grabada con un diseño "vegetal" y una azagaya, además de objetos de adorno y colgantes realizados en diferentes materias primas. Conchas perforadas y una cuenta realizada a partir de hueso (quizá de ave) y dos cuentas de ámbar forman parte de lo documentado por diversos investigadores a lo largo de estas décadas. En cuanto a las capas magdalenienses, los restos más abundantes son los raspadores, que predominan sobre los buriles. De industria ósea se localizaron dieciséis azagayas, cuatro varillas, dos agujas, un disco, dos piezas apuntadas y una espátula o puñal. También se ha documentado arte mueble como el de azagayas y varillas grabadas y objetos de adorno, como un canto con perforación natural.

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