Triongu clama por el saneamiento. Los vecinos de la localidad no se explican como estando a dos kilómetros de la depuradora de Coviella siguen sin contar con este servicio, que consideran "primordial". Hay unas 70 casas habitadas que carecen de este servicio. La cifra va en aumento ya que por su buena ubicación cada vez son más los inquilinos (de Madrid, Bilbao o Valladolid) que se animan a construir o comprar una vivienda en la zona (hasta cuatro y una en construcción en los últimos años). No es la única reclamación de los residentes, que además solicitan apoyo por parte del Ayuntamiento para renovar su red de aguas. "Lo ideal es que las administraciones competentes se pusieran de acuerdo para hacer las dos obras -saneamiento y renovación de la red- de forma paralela", explicó el alcalde pedáneo, Ángel Martínez.

Martínez, que regenta un taller mecánico y un concesionario en la zona, puso en valor la capacidad empresarial de los vecinos, entre los que se encuentran gestores de dos casas rurales, de dos restaurantes o un bar. En este último trabaja precisamente su hermano Ramón Martínez desde hace dos décadas. El negocio se ubica al pie de la N-634, que divide en dos al pueblo. "Mis padres me llevaron de pequeño a Suiza y a la vuelta me hice con el bar, que no cierro nunca para que los vecinos vengan a charlar y echar la partida", explicó. En días puntuales le echa una mano tras la barra su sobrino José Antonio Sánchez, que destaca "el buen ambiente que hay de noche en el pueblo, cuando se juntan los jóvenes para echar un futbolín". Los chavales tienen en mente una idea que esperan hacer realidad pronto: recuperar la fiesta de los "ramos" que cada primer domingo de octubre se celebraba junto a la iglesia de San Vicente, donde aún permanece la estructura de lo que antaño era el escenario.

A escasos metros del edificio religioso, en lo que fueron las antiguas escuelas, vive Juan Redondo, con 88 años, uno de los vecinos más veteranos del pueblo. Este jubilado de la agraria y su mujer fueron unos de los más afectados por las inundaciones de junio de 2010, fecha en que el río Sella "se desbordó como una fiera". Redondo aún recuerda con nitidez cómo el agua llegó hasta el segundo piso de su vivienda, destrozando a su paso todos los muebles y enseres personales. "Fue una gran desgracia pero también sirvió para unir al pueblo, que recibe su nombre porque aquí confluyen tres ríos: el Sella, el de Oliciu y una rieguina", dijo.

"Después de la desgracia conseguimos que Confederación Hidrográfica del Cantábrico accediera a limpiar el río y desde entonces no hubo más problemas, por eso confiamos en que, a más tardar el próximo año, vuelvan a darle un repasín", señaló el alcalde pedáneo de Triongu, un pueblo que está a tan solo cinco kilómetros del hospital de Arriondas y a quince de las playas de Ribadesella.