"Muy agradecidos por el reconocimiento". Así se encuentran Fidel Cuenco Ruisánchez y Esperanza Blanco Soto, que el lunes reciben un homenaje en la vega de Enol por parte del Ayuntamiento de Cangas de Onís, coincidiendo con la celebración de la Fiesta del Pastor.
Cuenco, que nació en Mestas de Ardisana (Llanes) hace casi 81 años, presume de conocer cada palmo de la parte asturiana del parque natural de los Picos de Europa, un lugar en el que elaboró queso de Gamonéu hasta su prejubilación, hace un par de décadas. "Cuando vine el parque era un jardín sin matos, trabajado por los ganaderos que daba gusto. Había muchos pastores y hasta una bolera en Enol pero la gestión equivocada nos está llevando a la extinción", reflexiona este vecino de Teleña. Cuenco, que llegó a elaborar hasta 900 kilos de queso en su cabaña de La Vega la Cueva pide "que se tomen medidas más restrictivas con el lobo y no con los paisanos" y pone un ejemplo: "antes se podía pescar y nadar en el Enol y había truchas y cangrejos. Ahora que está tan protegido no ves ni uno, como también desaparecieron liebres y perdices", cuenta.
En la misma línea se expresa Esperanza Blanco Soto, que nació en Llerices (Cangas de Onís) hace 88 años, aunque lleva más de medio siglo en Intriago. Con sólo 7 años, cuidaba el ganado familiar en la pradería Ríu Verde y a los 12 empezó a subir con su padre a la vega de Severín para hacer gamonéu. "Luego pusimos cabaña en Gumartini por las comunicaciones pero de aquella no había catadoras, no se maduraba el queso en cueva y para que suavizara se metía luego en el hórreo entre avellanas y estaba riquísimo", cuenta la mujer, madre y abuela de elaboradores de gamonéu, que en las primeras ediciones de la fiesta del pastor obtuvo reconocimientos por sus finos hilados con lana de oveja.
