La banda de gaitas "La Kadarma" se encargó ayer de poner ritmo a la procesión de las fiestas de Santa María Magdalena de Valle (Piloña). La romería continúa esta tarde con juegos infantiles (17.00 horas), un partido de fútbol de solteros contra casados (18.30 horas) y, ya por la noche, verbena con "Takicardia" y "Trapecio", informa C. CORTE.

Es difícil, muy difícil, describir con palabras lo que cada 22 de julio sienten los devotos del bando de la Magdalena de Llanes. Ni ellos mismos son capaces de hacerlo. "Hay que vivirlo", explican. El recuerdo a los ausentes y el cuidado a las ancestrales tradiciones del bando que tiene como símbolo distintivo la flor del clavel, llenaron de rojo las calles del casco histórico de Llanes durante una de las celebraciones más multitudinarias que se recuerdan.

Maialen Huidobro sostenía en brazos a su ahijado Kiran Sousa de 2 años. Habla de un sentimiento transmitido de generación en generación. "Nací en Bilbao pero mi familia en de Llanes. Me emociona la salida de la santa antes de la procesión", dice. Lucía Pérez Campoamor, Carolina Patiño, Elena Amieva, Laura Vía y Marina Remis reponían fuerzas, antes de la procesión, junto a la basílica. Todas ellas tomarían parte, minutos más tarde, en el festival folclórico en la plaza del Muelle. "La jota de la Magdalena es la joya de la corona para nosotros. El secreto para bailarla bien es dejarte llevar", explicó Patiño. Finalizada la misa solemne cantada por la "Schola Cantorum", comenzó la procesión. Seis ramos encabezaban la comitiva. Carlos Marín, Hugo Melijosa, Rodrigo Romer, Ignacio Lobo, Iyán Cueto y Lucas Pedrayes, se turnaban para llevar uno de ellos. Detrás, en filas de tres, cientos de aldeanas tocaban la pandereta al ritmo que marcaba el tambor que tocaba Sara Quintana. Con la emoción a flor de piel Magdalena Fernández-Peña Bernaldo de Quirós dirigía a las aldeanas enfundada en un traje de aldeana con más de cien años de historia que perteneció a la prima hermana de su abuela, Amalia Bernaldo de Quirós. "Vivimos por esto", señaló con la voz quebrada.

Jaime Saro, de 27 años, bailó, entre una catarata de aplausos, el pericote y el xiringüelu de Naves. "Para mi es el día más esperado del año", subrayó.