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Cangas de onís pueblo a pueblo

Villanueva despega

Los vecinos, que piden un campo de fútbol, celebran las mejoras acometidas a raíz de la instalación de un parador

Titi Suero, Teresa Vega, Rafael Laruelo, Pepe Blanco, José Antonio Moro, Ángel González, Ramón Palacios, Ana María Martínez, Marisa Fuentes y María Antonia, Moro en el barrio de La Bolera de Villanueva, ayer. C. CORTE

A José Blanco y Rafael Laruelo, vecinos de Madrid, les sobran razones por las que veranear en Villanueva de Cangas de Onís. El trato "amable y familiar" de los moradores de las veintitantas casas que aún permanecen ocupadas es la principal de ellas. La ubicación estratégica -a dos kilómetros de Cangas, media hora de Cabrales y en la puerta de entrada al parque nacional de los Picos de Europa- es otra, a la que se suma el impulso económico que desde 1998 proporcionó a la zona la inauguración de un parador. "Nos tocó la lotería el día en que lo abrieron", dice el matrimonio conformado por José Ramón Palacios y Ana María Martínez. Su hijo Ramón trabaja como camarero en las instalaciones.

"Da trabajo a los vecinos y la zona está mucho más cuidada desde entonces", puntualiza Palacios. Tanto él como los hermanos Josefina y José Antonio Moro y la lugareña María Dolores Vázquez acudían al colegio en el lugar que ahora ocupa la recepción del Parador. "En el mismo edificio estaba la escuela y la iglesia", recuerdan. La construcción alberga el monasterio benedictino de San Pedro, uno de los más antiguos de Asturias. Entre sus elementos más singulares están los capiteles que a modo de cómic relatan en piedra la muerte del segundo rey de Asturias, Favila, en las garras de un oso. "Muchos visitantes, entre ellos famosos como Arancha del Sol, vienen caminando por el paseo fluvial desde Contranquil, en Cangas, para verlo y se hacen fotos con los hórreos", explican los residentes, que reclaman una señalización que deje claro a los turistas que el paso de vehículos por esa senda está prohibido. También insisten en la necesidad de regular el tránsito de quads por su plazoleta de La Bolera, donde se reúnen para charlar de lo mucho que mejoró el pueblo. "Antes de que pusieran el parador sólo había un puente estrecho por el que eran incapaces de cruzar dos coches. Las calles lucen ahora asfaltadas y nos cedieron terreno para aparcamientos. Sólo nos queda el soterramiento del tendido eléctrico para estar en la gloria", apuntan lugareños como Titi Suero. Por su parte, jóvenes como Ángel González, de 12 años de edad, también tienen sus reclamaciones: un terreno acondicionado para jugar a fútbol.

La tradición ribereña ocupa un lugar señalado en Villanueva, donde los lugareños tratan de recuperar la hoguera flotante en el mismo río Sella en el que antaño pescaba Franco y en el que, a sus 95 años, sigue echando la caña el vecino "Manolo, el lecheru" (del bar-tienda Casa Chus) en busca de salmones.

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