Ni lavadoras ni vitrocerámicas. En Benia optaron ayer por limpiar la ropa a mano en una tabla con jabón del Lagarto y por cocinar al fuego sobre un trébede (soporte de hierro de tres patas). La drástica vuelta al pasado obecedía a la celebración del Mercáu Asturianu "Onís años veinte", que congregó en la capital oniense a 68 puestos con los más selectos productos agrícolas y artesanos.

La cita fue para visitantes como Esther Peinó "una forma de rendir homenaje a toda esa gente mayor que trabajó fuerte y duro para sacar la familia adelante". Peinó es una habitual del mercáu, al que acude vestida de anisera y portando reliquias como un llagar manual o un colchón de lana que jóvenes como los hermanos Germán y Elsa López se encargaron de varear al estilo de antaño. A su lado, los mejicanos Manrique y María Moheno echaban a remojo prendas antiguas que luego blanqueaban en una tabla de madera. "Mola mucho aunque ya tenemos las manos algo arrugadas", aseguraron. Su madre, María Adela Muñoz, no podía ocultar su satisfacción de que "los niños conozcan la tradición del país de los abuelos". Ni ellos ni su amiga Jimena Gómez podían quitar los ojos de los bueyes "Cachorro" y "Galán", propiedad de Juan González, "el Marineru", que pasearon en carro a los más jóvenes por los alrededores de la plaza del Ayuntamiento. Un tíovivo de madera fue otra de las atracciones que hizo las delicias de los más pequeños.

Puestos de libros y cuadros antiguos, de pan hecho al horno, de sidra dulce o de miel fueron algunos de los más solicitados por los turistas. Por su parte, los que ponían los pies en el stand de la comisión de fiestas de Nuestra Señora de Castru tenían la sensación de viajar en un túnel del tiempo. Y es que al negocio que atendían Bárbara Niembro y José Ramón Gómez no le faltaba detalle: peñeras para la harina, un palanganero, una mazadora de manteca o una mesa para el pan eran sólo algunos de los artilugios que exhibían. "Dejamos muchas cosas por falta de espacio", dijeron los jóvenes, que agradecieron a los vecinos la donación de alimentos para recaudar fondos para los festejos que comienzan este viernes en Benia con la lectura del pregón.

De Luarca llegó en madreñas Loli Rodríguez para comercializar cestos, navajas de Taramundi y castañuelas vaqueiras, y de León, José Luis López para ofrecerse a hacer matanzas del cerdo por encargo y a domicilio. "Este año la venta está mucho más animada", celebró.

Entre los asistentes estaba la llanisca Raquel Díaz-Caneja, que no dudó en vestirse con la indumentaria típica de los años veinte. "Vengo todos los años porque me encanta, aunque este echo en falta algún coche antiguo o los personajes que se disfrazaban como una pareja de guardias civiles, eran muy graciosos", dijo. De Burgos llegaron por primera vez visitantes como Paula García, de 5 años, acompañada por su madre Montse Balanz. "Las cosas han cambiado mucho. Los abuelos tenían que trabajar mucho, ahora se vive mejor", reflexionó la joven, antes de intentar portar un balde en la cabeza. "El mercáu está muy chulo, para repetir", aseguraron las burgalesas.