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"El Nino de Pancar", bailador de leyenda

Ramón Sobrino, figura legendaria del folclore llanisco a quien se dedican este año las fiestas de San Roque, es el recreador del pericote, baile por antonomasia del concejo

Ramón Sobrino, en una imagen de 1966, tomada del libro "Recordando a El Nino de Pancar", de la colección "Temas Llanes" del semanario "El Oriente de Asturias", hoy propiedad del Ayuntamiento de Llanes. REPR. RAMÓN DÍAZ

"Ramón Sobrino, 'El Nino de Pancar", es una de las figuras más legendarias del folclore llanisco. Fue el mejor bailador que jamás tuvo el pericote. El 'Gran Maestro' se dio a conocer en el año 1916, cuando bailó ante el rey Alfonso XIII en un festival folclórico asturiano en el Teatro Español. Tras trece años en Cuba, regresó a Llanes en 1932 y dirigió el pericote del bando de San Roque durante 32 años". Esta frase, recogida en la página oficial del Bando de San Roque de Llanes en una conocida red social resume algunos de los méritos que han llevado a los sanrocudos o sanroquinos a dedicarle las fiestas de este año, en el que se cumplen cincuenta años desde su fallecimiento.

Yolanda Cerra, antropóloga social y cultural, profesora de Antropología en la UNED, miembro de Real Instituto Asturiano de Estudios Asturianos (RIDEA) y presidenta de la Asociación Asturiana de Antropología y Patrimonio Etnológico, toda una autoridad en la materia, destacaba ayer que vio bailar a "El Nino de Pancar" en una antigua grabación y quedó impresionada. "Era un bailador excepcional, impresionante. Tenía una ligereza espectacular, era como si flotara... increíble", señaló Cerra. Pero "El Nino de Pancar" reúne muchos más méritos; el principal, que fue el "recreador" del pericote.

Cerra destacó que "El Nino de Pancar" es el artífice del denominado "ocho doble", en el cual, ya cerca del final del baile, las mujeres se dividen en dos grupos, mientras que los hombres avanzan todos juntos. Los tres grupos avanzan realizando "ochos" en el recinto. Estos "ochos" siempre existieron en el pericote, pero anteriormente se realizaban por triadas independientes.

Según Cerra, todo forma parte de un proceso que comenzó ya en el siglo XIX, cuando la burguesía y la intelectualidad de Occidente, y por extensión de España, de Asturias y de Llanes, "descubre" la cultura popular, el campo y al campesino, y sus bailes empiezan a verse como "la esencia de la nación". Poco después el pericote -como todos los bailes populares- pasan "del campo a la escena". El espectáculo reclama en ese momento coreografía.

En los años diez del siglo pasado, empieza a haber en Llanes concursos de pericote, a imagen y semejanza de los que ya había en Oviedo, Gijón o México. En 1913, la organización pidió que los bailadores vistieran los trajes de llanisca y porruanu y que todas las triadas participantes bailaran juntas. "Ahí está el germen, porque comienzan entonces los ensayos, la espectacularización, la estandarización del baile, la creación de grupos...", señaló Cerra.

Tras la Guerra Civil, la Sección Femenina de la Falange recibe el encargo de promocionar el folclore regional y se rescata aquel proceso anterior. Se abandona entonces definitivamente el baile como elemento de diversión y se incide aún más en la coreografía. Y así, por ejemplo, los bailadores salen y entran al escenario ya bailando "para que quede más guapo" y se van introduciendo variantes para hacer los bailes más atractivos al público. En este contexto "El Nino de Pancar" retoma el proceso y, con su aportación, dota al pericote de una mayor vistosidad. El baile llanisco por antonomasia gana entonces incontables premios, en España y en el extranjero. El principal mérito de "El Nino de Pancar" fue ser el "líder capaz de recrear el pericote", indicó Cerra.

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