Enfundados en trajes de aldeana y porruanu desde primera hora de la mañana unos, trajeados y de punta en blanco para llevar el santo a hombros con el máximo orgullo otros, y con todos familiares y amigos viviendo el día por el que llevan suspirando todo el año, o haciendo fotografías de los más pequeños de la casa para que quede constancia de la primera vez que salen a la calle para empaparse del espíritu sanrocudu. Cada uno con una historia distinta y todos con una siempreviva en la solapa. Así vivieron ayer multitud de llaniscos y forasteros de todas las edades, simpatizantes del llanisco bando de San Roque, su día grande.

Covadonga Guinea, Cristina Llamas, Eva Villanueva, Estela Villar, Ane Bartolomé y Lucía Cantero se hacían selfies y posaban para fotografías junto a la basílica de Llanes instantes antes de que partiese la procesión. Bartolomé y Villar, ambas de Bilbao, se enfundaron por primera vez el traje de aldeana para celebrar San Roque por insistencia de sus amigas. "Estamos encantadas. Ya somos del bando", decían. Cristina Llamas aseguró que este año tendrá puesto el traje de aldeana durante veinticinco horas seguidas. "He madrugado mucho para ponerlo, asistiré a todos los actos del día y no me lo quitaré hasta que acabe la verbena", añadió.

Con la fotogénica buganvilla de la basílica de Llanes de fondo, Aída Pérez, su hermana y su madre inmortalizaban a los pequeños Inés Vaillant de dos 2 años, y Roque Benavides de tan solo 10 meses. "Somos de Oviedo y veraneamos en Celoriu. Mi hijo lleva su nombre en honor a San Roque", destacó Aída Pérez, quien no dudó asegurar que días como el de ayer sirven para "inculcar el espíritu festivo de San Roque" a su hijo y a su sobrina.

La familia Moheno Muñoz no faltó, como cada año, a su cita con el santo de Montpellier, llegados desde México. María Adela Muñoz, de Balmori, y su esposo, el mexicano Manrique Moheno, disfrutaron del día de San Roque junto a sus hijos, Manrique de 4 años, vestido de peregrino, y María de 9 años, de aldeana. "Soy de San Roque gracias a mi madre y mi abuela y se lo transmito a mis hijos, los cuales son muy activos en la celebración", apuntó.

Ricardo González Cue caminaba justo antes de la salida de la procesión por las inmediaciones de la basílica con una mezcla de emoción y orgullo. Hace más de treinta años que lleva las andas de San Roque. "Para mí es un día muy especial. Me cuesta expresar lo que siento", indicó. Al final de la procesión, cuando la imagen del santo retorna a su capilla hasta el año que viene, volvió a pronunciar la frase que cada año regala a sus compañeros: "ya falta menos para las fiestas de San Roque del año que viene".

El pasacalles matutino antecedió a la misa solemne celebrada en una abarrotada basílica y a la posterior procesión, encabezada por seis ramos. Dos de ellos, coronados con siemprevivas, llegaron a la villa desde Pancar. Javier Torre, Álvaro Duarte y los hermanos Israel y Luisma Martínez llevaron a hombros uno. Cientos de aldeanas pusieron la nota de color a la comitiva.

Ya con la imagen de San Roque en la plaza Parres Sobrino, centro neurálgico de la celebración, se cantó el ramu y veintiuna parejas de niños interpretaron la danza peregrina. La intensa mañana festiva concluyó con un aplaudido festival folclórico para alegría y regocijo de los seguidores del bando de San Roque.