En la huerta que Pablo Martínez tiene en la localidad canguesa de Ñarciandi todo se cultiva a lo grande. Su última cosecha: un girasol que midió 3,40 metros de alto y cuya flor alcanzó más de 30 centímetros de diámetro (en la foto). El joven, que trajo las semillas de Zamora, asegura que la clave está en el abono y ya se prepara para recolectar calabacines de más de 60 centímetros, informa C. C.