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Carmen Arduengo: su vida es un baile

"Mi casa habla por sí sola", dice una vecina de Cangas de Onís que atesora objetos y trajes de grupos folclóricos de todo el mundo a los que guía por España

Arduengo, con bailarines de grupos folclóricos de Ucrania y Sudamérica. REP.C. CORTE

"Mi casa es la historia de mi vida y habla por sí sola". Lo dice Carmen Arduengo García (Cuenca, 1956), que solamente en el recibidor de su hogar de Cangas de Onís tiene boleadoras y un cinturón de gaucho argentino, un mural mejicano o un par de cuadros dedicados por pintores cubanos. La culpa de que su casa sea un museo vivo de la historia reciente la tiene su afición por el folclore extranjero, una pasión que durante el verano se convierte en su forma de vida.

Y es que esta asturiana de adopción (sus padres eran de Amieva) se encarga desde los años 80 de guiar por el país a grupos de baile de medio mundo. Un ejemplo: ahora está en Villamayor de Santiago (Cuenca) con un ballet mejicano con el que también recorrerá Alicante o Murcia en los próximos días. La gira concluye el 19 de septiembre con una actuación en el desfile de San Mateo en Oviedo.

"La Sociedad Ovetense de Festejos nos ha tratado muy bien. Nos llaman cada poco preocupándose por cada detalle a pesar de que todavía falta un mes", asegura. Grupos de Croacia, Ucrania y Colombia han sido otros de sus compañeros de viaje durante este verano. "También estaba previsto que viniera uno de Macedonia pero justo el día antes les pilló las inundaciones y tuvieron que cancelar", lamentó.

Arduengo estudió en el colegio de María Molina de Cuenca pero con la muerte de su padre la familia decidió regresar a Asturias e instalarse en Oviedo, donde cursa estudios de asistente social. Allí la llamaron a finales de los años 80 del siglo pasado para ser guía de un grupo de bailarines italianos durante las fiestas de San Mateo. Un año más tarde hizo lo propio con ballet yugoslavo, donde conoció al que acabaría siendo su exmarido, Miodrag Djergorió, con el que se casó tras un noviazgo de siete días. "Me fui con él sin saber el idioma y aunque al principio lo pasé mal, la gente me ayudó mucho" explica de su paso por la antigua Yugoslavia de Tito.

Allí asegura haber trabajado en la embajada de Belgrado, donde vivió con su hija María, que nació en 1980, hasta que recibió una llamada de España que lo cambió todo.

"Me dijeron que mi hermano había muerto y no podía dejar a mi madre sola. Así que me vine para Asturias y empecé a trabajar en el psicotécnico donde mi madre limpiaba. Ahora estoy de gerente en el de Arriondas y organizo giras de grupos extranjeros durante el verano", explica.

Arduengo ejerce como auténtica embajadora de la región allá por donde camina. "Llevo sidra, souvenirs que me dan como libros y cabrales" cuenta la mujer, que ha viajado por medio mundo. Argelia, Turquía, Serbia, Argentina o Chile son solo algunos de los países que ha visitado en los últimos años para contactar con grupos de bailes interesados en visitar España.

Dispuesta a viajar

"En verano siempre tengo la maleta dispuesta para viajar, pero después de las fiestas de San Mateo volveré a casa a descansar porque a este ritmo me estoy quedando en los huesos", cuenta Arduengo, cuyo último viaje fue el pasado 15 de julio para celebrar El Carmen en Cori (Italia). Las anécdotas de sus viajes, que documenta con imágenes, se van acumulando y ya no tiene pared donde colocar una nueva fotografía.

"Fui a Cuba a principios de los 90 para traerme a un ballet cubano con el que giré durante tres meses por Toledo y sus alrededores. Al llegar a La Habana me recibieron con una botella de Los Serrano. Tuve que llevar ya todo el dinero para poder traérmelos, de aquella no era tan fácil que saliera gente de la isla. Al venir desayunaban tantos bollos que en pocos días dejaron de servirles los vestidos de la actuación", dijo.

Las estanterías de su casa dan cuenta de sus más de tres décadas recorriendo el mundo: toma el té en teteras rusas, se sienta sobre alfombras ecuatorianas y bolivarianas y están decoradas con obras traídas desde Argelia por su amiga la periodista Hafida Alouane, que en abril estuvo de visita en la comarca.

"Lo que quiero es que los que vengan se lleven buena imagen de España y que sepan que somos un pueblo solidario", explica la canguesa.

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