No era molinero a título principal, pero sí hacía funcionar el último molino del concejo de Colunga. Vicente Álvarez Valle, vecino de Carrandi, falleció la semana pasada a los 91 años. Entre las ilusiones que tenía estaba la de ver el "Molín del Medio", en la misma localidad y del que era propietario, otra vez en marcha, después de dos años sin agua para moler.

Trabajador incansable, la sonrisa era el gesto más frecuente en su fisonomía y gozaba de ese sentido del humor que mana de una vida vivida con gran interés. Se dedicó a la ganadería y la agricultura, fue alcalde pedáneo de la localidad durante muchos años y estaba casado con Victorina Aladro Pis, con la que vivía en la casería que denominan "Prau Grande" y con la que tuvo seis hijos. Desde allí caminaba con gran agilidad hasta el molino, que lleva dos años sin funcionar porque el agua del río de Carrandi no le llega.

La instalación se surtía a través de un canal que sale río arriba, a unos 500 metros, pero una riada invernal destrozó hace dos años la canalización y desde entonces para moler grano hay que irse fuera del concejo de Colunga. La presa que ahora está estropeada se construyó al mismo tiempo que el molino, un momento que Álvarez Valle situaba hace más de doscientos años.

La familia quiere tratar de rehabilitar el molino, que hace una década ya repararon con mejoras, entre otras partes, en el techo. Entonces la obra les costó unos 3.000 euros y, en principio, la avería que impide que el agua circule por el canal será ahora menos costosa, aunque ha de contar con el lógico apoyo de las administraciones implicadas.

Cuatro molinos

El paisaje colungués ha cambiado mucho desde el momento en que se construyó el "Molín del Medio", pues Álvarez Valle contaba cuatro o cinco equipamientos de este tipo sólo entre Carrandi y la vecina localidad de Gobiendes. En el resto del municipio había otros molinos y con el tiempo llegó a la capital del concejo uno que funcionaba con un motor, al igual que el que se ubicaba en la localidad de Pernús, accionado con corriente.

Ahora sólo queda el que accionaban los Álvarez Aladro hasta que la traída se estropeó. Su molino, además de moler grano también servía de atractivo turístico, ya que habiendo agua se aprovechaba para hacerlo funcionar siempre que alguien se interesaba por el mecanismo. El grano se introduce por una caja superior y cae en el espacio de la muela de piedra, que un mecanismo hidráulico acciona y que va dejando caer la harina al cajón final, donde el molinero lo recoge. Este era, de alguna manera, uno de los últimos eslabones en la cadena del agricultor, pues el producto resultante estaba listo para el consumo.

Con el sector primario en declive, son pocos los que precisan de los servicios del molinero, pero su supervivencia atestigua épocas no tan lejanas y, quien sabe, asegura el sustento en un momento determinado.

Atrás quedaron los años en los que el "Molín del Medio" era propiedad de siete u ocho vecinos y cada uno tenía un día de la semana para ir a moler. Sucedió así hasta que, hace cuarenta años, la familia Álvarez Aladro lo compró. Pero la instalación nunca dejó de producir harina, sino que adquirió el funcionamiento normal de otros de la zona y de la comarca: aquel que acudía con grano dejaba una medida de lo que traía para el propietario, en este caso los vecinos de Carrandi.