Cuando el 17 de septiembre de 2066 los cabraliegos abran la cápsula del tiempo que ayer se enterró junto al Ateneo rendirán homenaje a quienes, en 1916, impulsaron la principal institución social y cultural del concejo. Repasarán familias y avatares a través de los muchos objetos y escritos personales que los vecinos introdujeron ayer en el recipiente de plástico (con 100 litros de capacidad) que luego se enterró en un hoyo realizado a tal efecto junto al edificio en el que, desde 1924, está el Ateneo Cabraliego.

Quizás también recordarán cómo las autoridades locales aprovecharon aquel centenario para reabrir la biblioteca instalada en la parte superior del Ateneo, un espacio cultural del que muchos vecinos desean disfrutar. Con todo, la de ayer fue una jornada de fiesta en Arenas, donde el concejal de Cultura, Fernando Nava, leyó una parte del llamamiento que los fundadores del Ateneo Cabraliego hicieron antes de su fundación. "Amistad y progreso" era su lema, como destacó el presentador del acto, Ángel Lueje, al tiempo que repasó la historia de la institución y algunos de los nombres propios más relevantes.

El primer presidente de honor fue Pedro Niembro y también mencionó a Pepita y Emilia Niembro, quienes compraron la tela y elaboraron el estandarte del Ateneo. Anselmo de Caso cedió el local en la plaza de Castañéu en el que inicialmente se asentó el Ateneo, antes de que se lograran los fondos para comprar el solar y construir el edificio actual. Fue un nieto de este último, José Carrera del Caso, junto a la última presidenta del Ateneo Cabraliego, María José Gutiérrez (con cuyo mandato terminó la existencia de la sociedad, en 1989), quienes descubrieron la placa en el edificio original. También hubo palabras de homenaje y recuerdo para el indiano Basilio de Mestas, su principal benefactor.

No faltó en la celebración el baile del "Corri corri" ni la actuación de la banda de gaitas "Picos de Europa", que desfiló de la plaza al Ateneo para enterrar, en la parte posterior del edificio, dos bidones a modo de "cápsula del tiempo". Vecinos y simpatizantes del concejo introdujeron un pedazo de sus vidas en unos bidones que se abrirán dentro de 50 años, según reza la placa que se colocó frente a la tapa que la cierra. Chupetes, fotografías, libros y mandiles firmados por toda la plantilla de un restaurante local se contaron entre los tesoros que los cabraliegos del futuro descubrirán. Pancho Galán, hijo del "gaitero de Llonín" Pancho Galán, introdujo un pergamino con una flor y una pegatina en la que se lee "con cariño para el que lo lea". La joven Olga Vázquez introdujo, muy sonriente, el mural que los niños de Cabrales pintaron esa misma mañana y con el que muchos se reencontrarán en 2066.