La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Una vida organizando tras el mostrador

La riosellana Estela Rosete, directiva de Aicor, cerrará por jubilación su negocio en la Gran Vía después de décadas promoviendo todo tipo de eventos

Estela Rosete, ya delante del mostrador. P. M.

Con 12 años organizó una carrera de burros para unos alemanes en Xuncu y adornó a los borricos como los de las postales que entonces se veían de Torremolinos. Ha promovido carnavales, desfiles, la asociación de comerciantes y un sinfín de actividades más, y a lo largo de este mes se colocará definitivamente delante del mostrador, pues se jubila tras veinticuatro años al frente de la tienda de ropa Diferente, en la Gran Vía.

Nació en Xuncu en 1953, en una familia de labradores, y cree que su interés por la historia surge de haber crecido en una casa que era el "centro de reunión social" del pueblo, en la que el invierno se pasaba contando relatos. "Por eso sé cosas que personas de mi generación ya no saben, la mayoría no tuvo ocasión de escuchar lo mismo", explica la empresaria, una de las fundadoras de la Asociación de Industriales y Comerciantes de Ribadesella (Aicor) e integrante de su junta directiva desde su constitución, en 2002.

Forma parte de la directiva de la Sociedad Etnográfica de Ribadesella, juega a los bolos en Las Riosellanas-SCD y es una de las componentes de la tertulia femenina "El Garabato", a la que también pertenece Menchu Álvarez del Valle, periodista radiofónica riosellana y abuela de la Reina Letizia. El enlace de ésta con Felipe de Borbón en 2004 ocupa dos de las anécdotas más sonadas que Rosete acumula en estas más de dos décadas. "Tras el atentado del 11-M los comerciales que habían hecho el 'merchandising' del enlace real no vieron procedente venderlo en Madrid y les hablaron de mí, así que me hice cargo de un montón de material. Vendí camisetas, platos, tazas de desayuno, todo referente a la boda", relata Rosete, con quien luego contactó un joyero de Oviedo que había hecho la réplica de la alianza, un "souvenir" que también se vendió en la Gran Vía. La tienda comenzó llamándose Marcheta (marchosa en catalán), pues la riosellana empezó con una amiga que había tenido un comercio de ropa en Barcelona. Tras un año, Rosete se quedó al frente y "cuando Zara empezó a invadir el mercado" pensó en darle un giro al negocio, le cambió el nombre y se propuso ofrecer una forma diferente de vestir. "Estuve yendo a Madrid durante nueve años para buscar la ropa directamente", rememora la empresaria, quien reconoce que en Ribadesella impera el estilo "clásico" de vestir y apunta que las veraneantes suman buena parte de sus clientas.

Algunas son "de todos los años", y hay quien incluso ha llorado este verano, consciente de que era la última vez que compraba algo en la tienda de Estela. Se retira porque "el mercado está saturado". Si tuviera otra edad, dice, se plantearía "darle otro cambio al negocio".

Al comercio riosellano, del que se despide después de tantos años, le desea "una mayor unión" para hacer cosas, aunque reconoce que es tarea difícil. Aún no ha decidido qué hará cuando cierre la puerta de la tienda por última vez, pero tiene claro que ni estar mucho tiempo sola ni quedarse mucho tiempo quieta, lo único que puede deprimirle. Lugar de reunión, confesión e incluso gestación política, más de uno echará de menos pararse un ratito a departir con ella.

Compartir el artículo

stats