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Personajes de Cangas de Onís

Gamonéu del puerto con aire marinero

"Los pastos están convertidos en argumales", lamenta Fidel Cuenco, de 81 años y antiguo quesero de Vega la Cueva, a 1.200 metros de altitud

Fidel Cuenco, en Cangas de Onís, con un queso. J. M. C.

Cambió la brisa marinera de la zona llanisca de Ardisana por la borrina de Vega la Cueva, a 1.200 metros de altitud, en el puerto de la Montaña de Covadonga. Pasó de hacer queso de Los Carriles, en su pueblo natal, allá por la década de los 50 del siglo pasado, a elaborar el majestuoso gamonéu, éste en la vertiente canguesa del parque nacional, toda vez que se casó en Teleña (Cangas de Onís) y aprendió los secretos que le transmitieron sus suegros Higinio Suero Cos, éste precisamente natural del núcleo rural de Teleña, y Carmen Suero Suero, oriunda de Gamonedo de Onís, en el limítrofe concejo de Onís.

Fidel Cuenco Ruisánchez, 81 años de edad, nació en Mestas de Ardinasa (Llanes), pero acabó echando raíces en Teleña, donde reside junto a su esposa María Josefa Suero Suero. Tienen dos hijos y cuatro nietos. Desde niño estuvo vinculado al mundo agrícola y ganadero, ya que sus padres, Antonio Cuenco Huerta, de Santianes de Ola (Cangas de Onís) y María Ruisánchez Toranzas, de Mestas de Ardisana, se dedicaban a los menesteres del campo. Allí, en Ardisana aprendió a hacer queso de Los Carriles, el cual vendía su madre en el mercado de Nueva (Llanes), transportándolo en cuévanos que portaba un burro.

Los duros tiempos de la postguerra impidieron a Fidel -que tenía otros tres hermanos- tener una formación académica, pues no podía acudir con regularidad a la escuela. Había que ganarse la vida y, mientras unos buscaban salida con la emigración hacia otros países del norte de Europa, su futuro profesional estuvo ligado siempre a la crianza de ganado vacuno -tenían vacas suizas en Mestas de Ardisana- y, por supuesto, a la elaboración artesanal de queso, en aquellos tiempos de la variedad de los Carriles -solo lleva leche de vaca-.

A raíz de conocer a la que sería su mujer en Cangas de Onís, con la que acabaría contrayendo matrimonio en la iglesia parroquial de Corao, en noviembre de 1963, Fidel dejó los aires llaniscos para trasladarse a vivir, junto a su esposa, en la localidad de Teleña, casi al pie del actual parque nacional de los Picos de Europa. Poco a poco, ya que su familia política tenía cabaña en Vega la Cueva, en el distrito cuatro del puerto de la Montaña de Covadonga, fue aprendiendo los secretos del gamonéu -incluso recibió sabios consejos de José María Remis, "uno de los mejores pastores que hubo", apunta- hasta convertirse en uno de los grandes elaboradores de ese manjar, lo que redundo en numerosos premios y distinciones en los certámenes a los que concurrió.

Jubilado desde hace varios años, Fidel Cuenco aún hace alguna que otra pieza para consumo propio. Recuerda, entre otros, el primer premio que se llevó en el año 1996 en el Certamen del Queso Gamonéu, en Benia de Onís, aunque en la variedad de Cangas -antaño eran las variedades de Onís y de Cangas; ahora son del puertu y del valle-. Pese a las décadas que despachó su labor ganadero -crió casinas y también reses de parda-alpina- y pastor en el puerto de la Montaña de Covadonga jamás se propuso ser celador del distrito al que pertenecía, ni mucho menos aspirar a ser regidor de pastos. "Me propusieron, pero no salí", recuerda.

Con 22 años le tocó cumplir el servicio militar. Era primeros de marzo de 1957 y le destinaron al cuartel Pavía nº 4, en Aranjuez (Madrid), de Caballería Mecanizada. Una guarnición con carros M-24, con los que se organizó un Grupo de Escuadrones Mixto. Lo curioso es que , antes de ir a la "mili", ya estaba en posesión del carné de conducir. Lo sacó a los 18, en Unquera (Cantabria), donde los expedía un ingeniero santanderino, previo pago de 1.800 pesetas. "Nos preguntaba por unas señales y, después, debíamos dar unas vueltas en un Ford-4", explica Fidel, al que conocen por "El Cuco", apodo heredado de su bisabuelo paterno, Alonso Cuenco.

En Vega la Cueva, en los años que elaboró allí el gamonéu, vendió cantidad a los turistas que se acercaban a adquirirlo, pese a que la mayor parte de la producción se la llevaba Leandro de la Vega y su hijo Leandrín. Fidel, pese a estar apartado de concursos y certámenes, al encontrarse jubilado, considera que hoy en día "se han aprovechado del nombre del gamonéu para hacer queso industrial, que es lo que se está haciendo en el valle y conste que está funcionando muy cosa, cosa de la que me alegro", dice el veterano artesano-elaborador.

Voz autorizada en cuanto al queso gamonéu, Fidel cree que a la variedad del puertu no le queda futuro. "Los pastos están convertidos en argumales por la dejadez de la administración. Para que el ganado de buena leche tiene que haber buenos pastizales. Además, está el problema de los lobos. Hay que evitar que los problemas acaben por aburrir a los ganaderos jóvenes, que los hay, y muy buenos. De nada sirve pagar daños y dar subvenciones. Eso no es solución", sentencia Cuenco, que en la pasada Fiesta del Pastor, en la Vega de Enol, fue homenajeado por el Ayuntamiento de Cangas de Onís como "Pastor de la Montaña de Covadonga", en reconocimiento a toda una vida dedicada a la ganadería.

A Cuenco nunca le entusiasmó ni la caza ni la pesca. Jamás tuvo a disposición una escopeta en el puerto de Covadonga para tratar de defender su cabaña ganadera. Eso sí, en sus tiempos de mocedad le atrajo la cuatreada, ya que eran muy sonadas las partidas de bolos que se jugaban, en los momentos de ocio y relax, en la Vega de Enol, en la bolera que allí estaba localizada.

"Cuando el puerto de la Montaña de Covadonga era un pueblo", rememora el octogenario ganadero, mientras pone nombre a algunos compañeros de fatigas que lanzaban las bolas de madera contra el castro de la rudimentaria bolera. Ya llovió de aquello.

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