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Colunga, un museo en el camposanto

Los cementerios del concejo albergan importantes piezas funerarias, reflejo de la posición social de quienes las encargaron

El cementerio de Colunga ayer, con el panteón de los Pablos al fondo. P. M.

Un museo histórico y artístico al aire libre y de entrada gratuita, pero para el que hace falta la orientación de un experto. Así son los cementerios del concejo de Colunga, que en algunos casos albergan entre sus muros auténticas obras de arte ausentes, sin embargo, de los inventarios locales. Es el caso del panteón de la familia Poladura Pérez Ballina, conocidos como "los Pablos", ubicado en el cementerio de la capital del concejo (el más reciente, construido en 1836) y "una de las más destacadas obras de arte" del concejo, a juicio del historiador local Omar Pardo.

"Está incluido en importantes catálogos especializados tanto nacionales como internacionales y es muy visitada, aunque no de forma masiva" en parte, opina el experto, debido a que no consta en el catálogo local. Realizado por el afamado arquitecto Manuel del Busto en la primera década del siglo XX, se enmarca "dentro del estilo arquitectónico y decorativo historicista neogótico", que Pardo vincula con el Romanticismo "por su rechazo del racionalismo neoclásico".

Sin salir del cementerio de la villa colunguesa hay que destacar el panteón de Manuel Montes, "una de las esculturas más importantes de la corriente del romanticismo funerario del norte de España", explica Pardo antes de ubicarlo en las primeras décadas del siglo XX y dentro de un estilo que estuvo "muy de moda en Europa". Se trata de una "obra artística muy importante, atribuida a Tomás Altuna, un escultor marmolista de Donosti que era famoso por las esculturas del cementerio de San Sebastián", describe.

En el mismo camposanto está la placa de bronce que los exalumnos y amigos del fundador y protector de las Escuelas Caride-Toyos, Enrique Toyos, también indiano, colocaron en La Riera. En el cementerio parroquial de esta localidad se encuentra otra de las "joyas desconocidas", en esta ocasión de arte neoclásico. Se trata del panteón que la familia Bulnes-Caride, con una riqueza también forjada en la emigración a las Américas, dejó en el cementerio de La Riera . La morada de los indianos en el cementerio era, explica Pardo, "paralela a la terrenal, un poco lujosa", y en este panteón aparece un ángel neoclásico de autor desconocido y enmarcado en el "romanticismo historicista mediados de siglo XX".

Otro importante camposanto es el de Libardón, en el que destacan los panteones de dos de las familias más importantes de la localidad: De la Presa Casanueva -Rafael de la Presa fue diputado de la Cámara chilena y embajador del país en Lisboa- y los Lueje Catrón. La visita por los cementerios del concejo no puede eludir el de Fontecha, en la parroquia de San Juan, donde destaca el panteón de los Alonso de Cobián, de Loja. Y ha de incluir, asimismo, el cementerio de Lastres, el más antiguo del concejo y fundado en 1810. Su capilla del Santo Cristo de los Dolores es incluso anterior a la inauguración del camposanto y su diseño se atribuye al maestro Reguera (el arquitecto de la iglesia de Lastres) en el último cuarto del siglo XVIII.

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