El milagro de Moru, el haber restaurado la estructura de la iglesia de San Salvador casi desde la ruina, se ha dado gracias a la suma de muchas voces. La última fase, la reconstrucción del murete lateral del pórtico y la sacristía, se inauguró ayer con una demostración más de este unísono: la música de dos corales resonando en un templo desconocido por renovado.

Fueron el coro San Ignacio de Oviedo -formado por padres de alumnos jesuitas- y el coro de la Capilla de la Torre de Villaviciosa, ambos dirigidos por José Manuel Ovín, los encargados de poner una de las notas musicales a la fiesta de Los Ramos, una romería tradicional que tuvo que posponerse de su fecha original, en octubre.

El mal tiempo recluyó a los romeros en el interior de la iglesia, pero les envolvió la alegría de estar juntos y de ver el final de la restauración tan cerca. "El año que viene queremos darle el último empujón y pondremos toda la fuerza en restaurar la pintura que queda de la bóveda y el testero, la parte de atrás", explica la presidenta de la asociación cultural "Iglesia de Moru", Ana Fernández. El colectivo colaboró con los vecinos en la organización de Los Ramos y agradeció en reiteradas ocasiones el apoyo ofrecido para sacar adelante lo que en 2008 era un sueño y ahora es una realidad. "Casi ni nos lo creemos los propios vecinos", apunta Fernández antes de cifrar la inversión de este año en unos 7.000 euros. Cuentan con las aportaciones de particulares y del Arzobispado y están pendientes de la que harán el Ayuntamiento de Ribadesella, "pilar fundamental", y el Principado, que ha colaborado en algunas campañas.

Además de consolidar el muro que rodea la iglesia, que en una parte correspondía al pórtico y en la más cercana al altar formaba parte de la sacristía, la asociación adquirió en la campaña de este año los primeros diez bancos de la iglesia. Hasta ahora los feligreses debían sentarse en sillas de plástico y agradecían, por otra parte, el tejado que se colocó en la primavera de 2014, pues hasta ese momento la mayor parte del templo estaba a la intemperie y en días como ayer habrían hecho falta los paraguas. Así permaneció durante casi ochenta años, desde que un incendio destruyó la techumbre durante la Guerra Civil.

Desde que en 2008 se constituyó la asociación cultural "Iglesia de Moru" han sido siete las campañas de restauración que vecinos, amigos, administraciones y empresas han sacado adelante para devolver al templo todo su esplendor. De hecho, la obra estructural ya está terminada y el de San Salvador es un templo totalmente útil y reformado. Y, lo que es igual de importante, también es un espacio vivido. "Esto siempre tira", reflexiona Antonio Martínez, más conocido como "El Campaneru" por ser quien hace repicar las campanas de Moru desde que regresó de la emigración en Chile.

Compartieron la alegría miembros de la asociación, vecinos de la parroquia y del resto del concejo e integrantes de la Corporación local, además de otros colectivos como "Amigos de Ribadesella". En total fueron unas 130 las personas las que llenaron Moru de la fuerza que da unirse con un objetivo común. Y otras que no estuvieron, pues Pepe Zapico, pintor maliayés afincado en Ribadesella (pero residente en Málaga), volvió a donar uno de sus cuadros para que la asociación lo sortease con papeletas durante la celebración.

Las dos corales acompañaron la misa y ofrecieron un concierto al final, antes del pincheo del que disfrutaron los asistentes. Tortillas, empanadas y bollos preñaos pusieron una guinda gastronómica que el grupo riosellano de baile "El Corveru" se encargó de hacer más digestiva con un taller en el que enseñaron a los presentes los pasos básicos de varias danzas locales. Danzas primas como las de Sardalla y Alea (recogidas por Xosé Ambás) y otros temas tradicionales como la Giraldilla de Meluerda) recogida por Yolanda Cerra) remataron la fiesta de lo que mejor saben hacer en Moru, parroquia.