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Luces se quita el polvo

El instituto ha recuperado unos viejos almacenes para hacer un aula polivalente y planea reformar establos y baños

Luis de Con y Miguel Mata, en la cuadra que se reformará. P. M.

Primero fue la conversión hacia una ganadería ecológica y ahora les está tocando ponerse al día a las instalaciones del Instituto de Luces, en Colunga. El centro lleva alrededor de sesenta años en funcionamiento y el equipo directivo, liderado por Elsa Carbonell, se ha propuesto recuperar instalaciones hasta ahora en desuso pero que pueden ser de utilidad para sus alumnos.

Es el caso de un edificio que primero fue cochiquera y más tarde almacén, función con la que lleva muchos años y que llevó a un acceso casi impracticable. La obra recién acabada ha permitido "limpiar la parte exterior, donde apareció un jardín, restaurar la parte interior y también el tejado", explica Carbonell, antes de desvelar que en este lugar habilitarán un aula polivalente para los alumnos de Producción Agroecológica. También se ha renovado la instalación eléctrica y se ha restaurado la acera exterior.

Pero esta no es, ni mucho menos, la última reforma a la que harán frente en Luces este curso. Planean "adecentar" otro edificio que sí sirve en la actualidad de establo -aloja a las terneras- donde limpiarán y pintarán. Por otra parte, dentro del propio instituto abordarán la reforma del módulo que también usan los alumnos de Producción Agroecológica.

"En el exterior colocaremos una rampa con accesibilidad que sustituirá a las escaleras", describe la directora antes de adentrarse en el edificio e indicar que también los baños se reformarán para adaptarse a la normativa europea que entrará en vigor el próximo año. Ahora mismo, además de no contar con baño adaptado para personas con movilidad reducida o usuarios de sillas de ruedas, los estudiantes cuentan, dentro del mismo espacio, con un inodoro con puerta para cada género.

Tras la reforma habrá, además, uno adaptado para usuarios que necesiten la silla de ruedas. Estos días el personal de Luces está moviendo cajas de ajuar para despejar el almacén que se aprovechará para completar los baños. Esta labor ha conllevado, por momentos, sorpresas traídas del baúl de los recuerdos y también alguna incógnita, como la casaca de sacerdote aparecida en una de las cajas y sin aparente dueño, pues el centro no cuenta con capilla ni espacio similar. En las cajas hay cosas más mundanas y lógicas, como sábanas y cortinas, materiales corrientes en Luces por la existencia de una residencia de estudiantes además del propio centro educativo. La directora confía en hacer el derribo del almacén durante las vacaciones de Navidad.

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