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"Ir de Gamonéu a Australia fue una aventura", dicen los "paisanos del año" en Colunga

Roberto Asprón y Florentina Gutiérrez llevan 45 años vendiendo en el mercado

Roberto Asprón y Florentina Gutiérrez, en su casa de Sales (Colunga). P. M.

Roberto Asprón y Florentina Gutiérrez cambiaron en marzo de 1963 las montañas de Covadonga por un barco de guerra en el que llegaron a Australia después de 32 días. Lo cuentan desde Sales (Colunga) con la misma sonrisa con la que recogen la cosecha, atienden a una vaca parturienta y mañana recogerán la distinción de "Paisanos del Año" en la XXVI Feria de les Fabes.

Nacidos en Gamonéu (él tiene 81 años, ella 79) cuando Roberto Asprón se fue a apuntar para emigrar a Alemania le dijeron "que estaba abierta para Australia y que podía llevar a la familia", relata. Cogieron a su hija, que entonces tenía dos años, hicieron la maleta y pasaron lo indecible para llegar a las antípodas, pues les pilló temporal y "hubo una semana de no ver tierra ni un sólo día. Eso sí que fue gordo", apostilla Florentina. Estuvieron siete años y ocho meses. "Fuimos a pedir trabajo y nos recomendaron aprender algo de inglés. Mucho lloré", rememora la oniense, quien sin embargo pronuncia calles y frases hechas con soltura. Su marido compaginó el trabajo en un hotel con la construcción y cuando decidieron volver se instalaron en la Venta Peón, donde se han dedicado al campo.

Y siguen, porque llevan 45 años yendo a vender al mercado de los jueves en Colunga, "una costumbre" a la que no faltan con el excedente de su cosecha, con todo tipo de productos. "En una casa de campo no te vas a morir de fame, pero hay que pegarle a la fesoria", asegura Asprón.

Este año le dieron a la faba de lo lindo, pero la seca del verano estropeó la verdina y parte del resto de la cosecha la echó al traste el jabalí. Lo sembrado hace décadas en la otra punta del mundo también perdura, pues todavía recuerda el suficiente inglés como para comunicarse con los muchos peregrinos que pasan por delante de su casa haciendo el Camino. "Una vez conocimos a un matrimonio australiano que, casualidades de la vida, vivían en Brighton Beach y habían estado en el Mario's Hotel. Les dije que más de una vez habrían comido lo cocinado por un servidor", explica el "paisano del año". Ambos rezuman alegría y paz con la vida, algo que Gutiérrez sintetiza mientras se preocupan por esa vaca, que no acaba de parir. "Dios dirá si el año que viene ponemos huerta. Si nos encontramos bien, en la primavera iremos a revolver un poco de tierra. Estamos dispuestos a lo que nos manden, la vida es así".

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