La alopecia le delata. Se trata de uno de los pocos jugadores de fútbol sala que pueden presumir de haber defendido las camisetas de los cuatro clubes más representativos de la ribera del Sella en lo que va transcurrido del nuevo siglo: Arriondas FS, Güeña FS (Cangas de Onís), Rompiente FS (Ribadesella) y San Antonio Futsal (Cangas de Onís). Cándido Nieda Valiente, de 32 años de edad, natural de Táranu, en la parroquia de San Martín de Grazanes, a escasos 10 kilómetros de la ciudad canguesa, es uno de esos deportistas que han pateado infinidad de canchas y perforado infinidad de porterías de la comunidad autónoma desde su posición de pivote, actualmente encuadrado en las filas de San Antonio, en Preferente.

Cándido Nieda, es el benjamín de cuatro hermanos -dos chicas y dos chicos- del matrimonio formado por José Ramón Nieda Pérez, oriundo de Táranu, e Isabel Valente Gómez, con profundas raíces valencianas. Sus progenitores se casaron en tierras helvéticas, donde se conocieron cuando ambos eran emigrantes en Suiza. Tiempo después, acabarían asentándose en el núcleo rural de Táranu (Cangas de Onís) y ahí nacieron todos sus vástagos. Como otros chavales del pueblo cursó estudios de Primaria en la asignada Escuela Pública de Llenín, adscrita al CRA de Benia de Onís, y posteriormente en el Instituto Rey Pelayo, en la ciudad canguesa.

Los libros no eran lo suyo por lo que no tardó en iniciarse en el mundo laboral, con 17 años, como pinche en el gremio de la construcción.

Su siguiente cometido fue en la empresa encargada de la gestión y mantenimiento de la red municipal de agua en el concejo de Cangas de Onís, en la que permaneció alrededor de cuatro ejercicios, siendo uno de sus principales cometidos el de "echar el cloro a los depósitos", tanto en la zona rural como en la propia urbe. Más adelante probó de nuevo, aunque por poco tiempo, en la construcción como peón, en otro par de empresas. Tampoco la cosa tuvo demasiado recorrido para él en ese sector de la obra pública y privada.

El horizonte parecía despejarse en 2007 al comenzar a prestar servicios en el retén de mantenimiento del entonces denominado Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) encargado de velar por las carreteras N-625 y N-634. Lógicamente, cada verano que se acercaba la Fiesta de las Piraguas de Asturias, era habitual chocarse con él y sus compañeros de cuadrilla aplicando la rutinaria mano de pintura a las barandillas del puente "Emilio Llamedo Olivera", de Arriondas (Parres), y también en el puente de Ribadesella, atalayas de salida y meta del Descenso Internacional del Sella. Tras siete temporadas trabajando para el Ministerio de Fomento, en 2014, le tocó vivir el drama del desempleo, a causa de una serie de recortes.

Alrededor de un año estuvo en el paro, fichando en la correspondiente oficina y sin conseguir que le saliese alguna oferta laboral de interés. Llegó a presentarse para algunos de los Talleres o Planes de Empleo que convocó el Ayuntamiento de Cangas de Onís, pero no obtuvo plaza. Eso sí, hace apenas unos meses, la pasada Semana Santa, le surgió la oportunidad de meterse a trabajar como taxista en una cooperativa local y ahí continúa, siendo una de las rutas más habituales a realizar la de los Lagos de Covadonga, sobremanera en temporada alta y fechas puntuales.

Una de las pasiones de Cándido, desde que era un guaje, es el futbito o fútbol sala. Por mediación de Pumuky fichó por el Arriondas FS, allá por el año 2004, llegando a ascender con aquel equipo parragués -presidido por Fermín Villar- hasta la categoría de Preferente. Estuvo cuatro campañas con los de Arriondas, pues, la siguiente parada, sería el cangués Güeña FS, con Fran Roces de técnico; y, tras el periplo de Cangas de Onís, rumbo a Ribadesella, al Rompiente FS, también con Roces de entrenador. Ahora, sigue matando el "gusanillo" en el San Antonio Futsal, en Preferente.

Si famoso de por sí era el calvo que anunciaba la Lotería de Navidad, poco tiene que envidiarle, en cuanto a popularidad, Cándido Nieda, que padece alopecia heriditaria -"mi güelu, Manuel Nieda Berdayes, era así, desde muy joven", dice con orgullo. Para nada se siente acomplejado por la calvicie, ya que cuida con mimo especial la testa a semejanza de Zinedine Zidane, técnico del Real Madrid, flamante campeón de Europa y del Mundo por clubes. Es que, como no podía ser de otra manera, Cándido es muy "merengón", siente tremenda devoción por el conjunto de CR7 y demás galácticos.

Cándido, a quien nunca le atrajo jugar al fútbol 11 de campo (Cánicas, Arenas, Ribadesella...), también hizo sus pinitos en el mundillo del atletismo, en su etapa de chavalete, con el desaparecido Club Atletismo Corao. Llegó a participar en un par de ediciones -la última no hace tanto, teniendo de "liebre" a Manu Martín Valdés- de la Media maratón Ruta de la Reconquista, la decana de ese tipo de pruebas en Asturias. Incluso desplegó todo su arte en juegos rurales, con un grupo de deportistas del colectivo "Valle del Güeña", en las especialidades de carrera de lecheres, tiru cuerda, etcétera ¡Ah! este año, el día de la Vuelta, ascendió de Covadonga en "bici", sufriendo La Güesera como el que más.

Otra faceta de Cándido Nieda es la de organizar, junto a su buen amigo Alberto Alonso Allende, la fiesta de La Velilla, en la localidad de Táranu, efeméride que tiene lugar cada 22 de agosto. Lleva casi una década en esa tarea desinteresada. Y es que esa fiesta congrega a los emigrantes que retornar para disfrutar de sus raíces, llegados desde Suiza, Venezuela o Cuba.

Sin embargo, lo que más le preocupa a Cándido ahora mismo es el estado de buena esperanza de su compañera, María Marcos Blanco, ya que esperan su primer hijo para mayo o junio. "¿Cómo se va a llamar? No lo sé todavía; ni siquiera sé si es niño o niña", sentencia.