Un 14 por ciento de los jabalíes que el Gobierno del Principado analizó el año pasado en la sierra del Sueve -de entre los que abatieron los cazadores- dio positivo por brucelosis, mientras que sólo un 4 por ciento estaban contagiados de tuberculosis. Así lo recogen las estadísticas proporcionadas por la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales, a la que se envían los resultados de las muestras que toman los guardas y los veterinarios.
El control sanitario sobre la fauna salvaje se ha intensificado desde el año 2015, ya que se analizaron 149 jabalíes, frente a los 22 a los que se habían tomado muestras en 2013. De los estudiados el año pasado, 21 fueron positivos serológicos en la enfermedad de la brucelosis, mientras que 7 dieron positivo en los cultivos de la tuberculosis.
En lo que va de año y hasta el día 15 de este mes se analizaron 172 jabalíes, de los que tres dieron positivo en tuberculosis, pero el análisis de la brucelosis está pendiente. En cuanto a los años anteriores, ambas enfermedades han tenido evoluciones muy desiguales: a juzgar por los datos, la incidencia de la tuberculosis ha disminuido entre esta parte de la fauna salvaje de la sierra del Sueve, mientras que la brucelosis habría aumentado.
La tuberculosis afectaba en 2013 a un 18 por ciento de los jabalíes que se analizaron, que fueron 22. De estos ejemplares cuatro dieron positivo, mientras que sólo en un caso (lo que supone un 4,5 por ciento) se confirmó la presencia de brucelosis, una enfermedad que al año siguiente afectó al 6,06 por ciento de los animales analizados. En 2014 se tomaron muestras de 33 jabalíes y sólo dos resultaron ser positivos en brucelosis. Entre aquellos ejemplares no había ninguno infectado con la tuberculosis
El contagio desde la fauna salvaje es un asunto que preocupa y mucho a los ganaderos, que a menudo se ven agobiados por los controles sanitarios a los que someten a sus cabañas ganaderas. Sostienen que las especies salvajes que habitan en el Sueve (tanto las cinegéticas como el jabalí y el gamo como las que no se cazan, como el caso del melandru o tejón también son portadoras y por lo tanto tienen capacidad de contagiar un ganado con el que cada vez conviven más, ya que es frecuente ver gamos pastando en las praderas más bajas y conviviendo con vacas.
