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El último molineru de Parres

"Seguiré moliendo mientras me quede fuerza", dice Antonio Soto, que a sus 92 años regenta en Huexes la única construcción hidráulica en activo del concejo

El último molineru de Parres

Antonio Soto Días regenta, a sus 92 años, el molino de La Teyera, el último de estas características que sigue activo en Parres. "Y seguiré moliendo mientras me quede fuerza y uso de razón" adelanta este vecino de Huexes.

Lejos de quedarse sin clientela por el avance de los ingenios modernos, Soto asegura que la demanda de su labor artesanal va en aumento. El secreto: "garantiza un sabor mejor en alimentos como los tortos porque no es triturado como con el eléctrico, es molido piedra contra piedra y eso se nota", asegura. El buen hacer del molinero hace que el que prueba, repita. "La clave está en ser honrado, no engañar a nadie", explica Soto, que como forma de pago por sus servicios se queda con el 13 por ciento del grano de la molida, que utiliza para alimentar a la cabaña ganadera de sus descendientes.

El agua del ríu Chicu mueve la muela de piedra que en tiempos de máxima demanda como el verano llega a moler 13 kilos por hora. Muele trigo, cebada, centeno y algo de escanda, aunque la mayor demanda es la de maíz. "Aquí sólo muelo lo que es para consumo humano. A veces me traen grano para animales pero como no está bien cribado trae algo de polvo que se deposita en la muela y perjudica a la siguiente molienda, por eso prefiero llevármelo a casa y triturarlo con un trifásico", explica este vecino de Parres, que cuenta con una vivienda a escasos metros del molino, que lleva al menos 400 años en funcionamiento y se ubica en la carretera de Fíos, a dos kilómetros de Arriondas.

El relevo está asegurado de manos de sus 5 hijos y 11 nietos. "Mi hijo Mauricio Manuel se ocupa del ganado pero me ayuda mucho. Seguiremos manteniendo la actividad por tradición aunque hoy en día no es rentable, yo muelo más que nada por estar entretenido un rato", afirma. La construcción, cuyo portal ha sido recientemente objeto de obras de mejora, es de planta rectangular y reducidas dimensiones. Allí dejan todavía sus sacos para la molienda los vecinos de Fíos, Calabrez , Collía, Cuadroveña, Tresmonte o Pendás. La infraestructura es además visitada por decenas de turistas en verano. "Viene mucha gente y siempre me preguntan cómo funciona, se hacen fotos y se van encantados", cuenta.

Soto no siempre estuvo al frente del molín de La Teyera. La crisis del campo le obligó en su juventud a buscarse la vida como marino en un barco noruego de mercancías que le llevó a conocer el mundo entero, "menos Australia", matiza. Su esposa ya fallecida, Marcelina Rubio, se hizo cargo de un negocio" que no entiende de festivos. Siempre que alguien necesite moler me encontrará aquí", concluye.

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