El Instituto Avelina Cerra, de Ribadesella, va a cumplir 25 años este mes con una salud envidiable. Se la da la comunidad educativa que lo habita, formada por alumnos y profesores, quienes coinciden al destacar entre sus mejores virtudes el "buen ambiente" que se respira y la "innovación educativa" por la que el centro está apostando.
Han hecho del aprendizaje por proyectos casi un hábito -uno de ellos les valió el curso pasado el premio a las buenas prácticas educativas de la asociación "Mejora tu Escuela Pública"- y los resultados quedan a la vista escuchando a los alumnos. "No es esa idea de estar empollando siempre, sino que aprendemos jugando y pasándonoslo bien", explica Claudia Pérez, de tercero de Secundaria, quien recuerda "mejor" lo adquirido así. "En primero hicimos muchísimos trabajos de este tipo y todavía ahora me acuerdo de muchas cosas", añade la estudiante, quien encuentra "mucha confianza" en el centro. "Sé que si me pasa algo puedo decírselo a este o aquel profesor con el que me llevo", explica quien siente que los docentes les tienen "en cuenta, mucho. Y eso nos gusta".
No es la única estudiante que opina así, pues Lucía Alonso, de primero de Bachillerato, asegura que acudir al Avelina Cerra es "como estar en casa. Me gusta mucho el centro, estoy muy cómoda. Hay muy buen ambiente y además muy buen nivel", destaca la alumna, que también valora el hecho de que todos se conozcan "desde siempre" y exista "mucha confianza entre profesores y alumnos". También a ella le ha tocado trabajar con proyectos y también valora lo aprendido. "Trabajas más, pero aprendes más, porque tienes que entenderlo todo y eres más independiente", opina Alonso, a quien le quedan dos cursos en el centro riosellano.
Más largo recorrido tiene Rodrigo Teresa, de primero de Secundaria, quien acaba de llegar desde el colegio Manuel Fernández Juncos y valora que "se trabaja más en grupo y se conoce más gente" en el Avelina Cerra, del que aprecia especialmente "la decoración. Es importante, da alegría y ganas de trabajar", añade. No es el único, como destaca David Fernández, profesor de Filosofía, que repara en lo coloridas que son las paredes del instituto riosellano, donde él tuvo su primer destino definitivo hace ocho años. "Era provisional o no en función de los que me gustara y no sólo me he quedado, sino que mi familia y yo nos hemos instalado aquí", explica el docente, quien resume la línea del centro por la "innovación educativa" y el "buen ambiente". Algo parecido le pasó a Marta Argüero, profesora de Música, que llegó a Ribadesella hace siete años procedente de un centro de Cádiz. "Me gustó mucho. A diferencia de otros centros, con problemas de disciplina, aquí encontré muy buen ambiente entre el alumnado y respeto en las clases", aprecia la docente, quien se encontró además "un nuevo equipo que comenzaba una línea de innovación" que también encajó con ella. "Hago mis propios apuntes y empleo la tecnología", explica Argüero, quien halló en el Avelina Cerra otra de las patas que considera fundamentales en su profesión: "medios con los que no había contado antes". También ella apostó por trasladarse a vivir a Ribadesella con su familia y asegura que "se trabaja muy bien". Más incierto es el futuro de Lidia López, profesora de Geografía e Historia que, interina desde hace 11 años, ha llegado este curso al centro riosellano, del que destaca el uso de las nuevas tecnología y por "la organización que hay". Ha encontrado, por ejemplo, un "mejor seguimiento de los alumnos" gracias a estas herramientas, que también se aplica en la comunicación con los alumnos. López valora, además, que al ser una zona rural "haya grupos pequeños. Se trabaja muy bien", añade.
