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Diálogos orientales | ANA PINTO LLONA | Arqueóloga y prehistoriadora, trabaja en la cueva de Sopeña (Onís)

"En Soterraña observé arte rupestre muy antiguo en sitios muy escondidos"

"Hay preguntas importantes sobre el canibalismo de los neandertales hace 50.000 años: ¿había ya un tabú con el consumo de carne humana?"

Ana Pinto Llona. P. M.

Ana Cristina Pinto Llona es prehistoriadora y arqueóloga, ha sido Premio Príncipe de Asturias con el equipo de Atapuerca, es investigadora distinguida del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y experta sobre orígenes humanos en Europa para National Geographic. Ha realizado descubrimientos y trabajos en varios yacimientos asturianos, entre ellos en la cueva de Sopeña, en Onís.

-Ha sugerido que Sopeña pudo ser morada de los neandertales que fueron matados y comidos en el Sidrón, en Piloña, ¿qué implicaciones tiene?

-Nunca podremos saber si los Neandertales del Sidrón vivían en Sopeña o interactuaban con los que allí vivían -a menos que podamos identificar algún resto de neandertal en Sopeña y el análisis de ADN demuestre que eran familia de los del Sidrón- pero en mi opinión es lo más probable. Los escasos cuarenta kilómetros que separan las comarcas de Onís y Piloña no pudieron ser un obstáculo para esos cazadores recolectores que pasaban el día recorriendo el paisaje. El episodio caníbal del Sidrón ha sido datado de hace unos 49.000 años, y en esas fechas los neandertales utilizaban Sopeña rutinariamente.

-¿Se han encontrado restos humanos en la cueva oniense?

-Aún nos queda mucho por excavar e investigar en Sopeña, pero por ahora, de los varios miles de restos óseos que hemos recuperado en los niveles donde vivieron los Neandertales antes, durante y después del episodio del Sidrón, no hemos encontrado ningún resto humano. Hace 800.000 años en Atapuerca la carne humana era parte de la dieta, no así esos neandertales asturianos. Se encontraron varios cuerpos canibalizados en el Sidrón, una cueva que está bien para una pernocta pero es incómoda para un uso más intenso, pero ningún resto humano en el abrigo de Sopeña, que usaron intensamente. ¿Se escondió tal vez ese episodio de canibalismo de la crítica y sanción social? ¿Habría ya un tabú sobre el consumo de carne humana hace 50.000 años? Estamos hablando de la capacidad cognitiva, simbólica y ética de los neandertales y son preguntas importantes.

-Cerca de Sopeña está Soterraña, donde también ha trabajado, ¿hay alguna novedad en este yacimiento?

-Soterraña está en la misma ladera que Sopeña, más abajo y cerca del Arroyo la Güesal, y es una cueva de uso ganadero. En superficie se observan materiales de Paleolítico Superior más tardío que en Sopeña. Sopeña fue abandonada hace unos 20.000 años, al aproximarse el último máximo glaciar, que fue extraordinariamente frío. Soterraña completa el registro prehistórico de Sopeña porque tiene ocupaciones más modernas, es decir, se siguió utilizando cuando ya Sopeña se había abandonado. En Soterraña he observado arte rupestre muy antiguo, unas manchas rojizas en sitios muy escondidos; también hay restos de ocupaciones de Paleolítico Superior, y en una grieta sobre las rocas se recogieron dos o tres herramientas talladas en piedra que son sin duda de Paleolítico Medio, es decir hechas por Neandertales. Ambas cuevas fueron tradicionalmente usadas por las vacas en verano. Cuando empezamos los trabajos en Onís se acordó con el Ayuntamiento proseguir los trabajos arqueológicos en Sopeña, menos expuesta a inundaciones, y dejar Soterraña para el uso ganadero. Estamos en tiempos de recesión económica, pero en circunstancias mejores, Soterraña, y otros yacimientos locales se beneficiarían de ser incluidos en un proyecto más amplio del que Sopeña es la guía.

-¿Se ha encontrado arte también en Sopeña?

-Hoy por hoy no hemos encontrado arte rupestre antiguo en Sopeña, aunque no es imposible que lo encontremos al progresar los trabajos. A la entrada hay un grabado de un antropomorfo itifálico -es decir una figura de forma humana con tres piernas- que se suelen adscribir al Neolítico. Las paredes del abrigo han sufrido durante milenios grandes fogatas y la roca está deteriorada. Sin embargo, según vamos excavando y descubriendo partes de la pared que no han sido dañadas, no tendría nada de extraordinario hallar arte rupestre, dada la zona en que se encuentra el yacimiento. En Sopeña hay incisiones y líneas en la roca que algunos investigadores han descrito como grabados muy antiguos y que los locales piensan que pueden haberse hecho en tiempo moderno para afilar los útiles. En el proyecto de Sopeña participa el doctor Paul Bahn de Inglaterra, que es uno de los mejores especialistas en el arte rupestre europeo.

-¿Cree que se infravaloran los yacimientos sin pinturas pero con restos de habitación?

-No cabe duda de que los yacimientos con arte rupestre son excepcionales y reciben mucha atención. También es ese el caso de los restos humanos, que atraen mucha atención y también recursos económicos. Sin embargo, los yacimientos sin pinturas pero con restos de habitación nos dan el contexto, nos informan sobre la vida cotidiana, los cambiantes ecosistemas en que se desenvolvían esos humanos antiguos, su tecnología y su comportamiento. Son la letra que acompaña a las estampas, por así decirlo. Las estampas son vistosas, pero hay que leer la letra para entenderlas. Sopeña tiene pocas estampas y muchísima letra.

-En el debate entre conservación y divulgación, ¿hay que hacer lo posible porque el público conozca este patrimonio que explica los orígenes de la Humanidad o la conservación debe primar?

-Conservación y divulgación van de la mano tras la investigación y publicación. Hay que equilibrar todos los factores: la financiación del trabajo de campo y la investigación, la publicación y divulgación y la conservación. Un yacimiento arqueológico puede producir cientos de metros cúbicos de materiales que deben almacenarse en condiciones adecuadas de temperatura, humedad y con personal especializado. Todo esto requiere espacio, infraestructura y financiación a largo plazo. Es un equilibrio complejo y delicado. Son las publicaciones, el progreso en los conocimientos, los que tienen más posibilidades de permanecer a largo plazo y los que siempre estarán disponibles para la labor de divulgación.

-¿Qué cree que busca el turista amante de la Prehistoria?

-En mi experiencia el turismo no necesita necesariamente basarse en visitas a yacimientos reales, que son frágiles y con frecuencia en Asturias están en sitios difíciles o incluso peligrosos. Las réplicas tienen un gran atractivo turístico y como ejemplo pondré el Centro de Interpretación de la Fauna Glaciar de Onís, que desarrolla mis descubrimientos en esa comarca en los últimos años de una forma muy llamativa para el público. En mi experiencia, lo que atrae, lo que llena y lo que hace disfrutar al visitante, no es tanto el objeto antiguo en sí, como la riqueza, la complejidad, el interés y la profundidad de la narrativa que les cuentas sobre ese objeto.

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