Su vínculo se teje a través de las ondas radiofónicas y ni el imparable avance de las nuevas tecnologías puede con él. Se trata de los radioaficionados, que ayer demostraron gozar de plena salud y relevo generacional en la comida que el Radio Club Escudería Villa de Llanes organizó en San Roque del Acebal. Acudieron 140 personas de todo el país, entre los que se encontraban el de mayor edad y el menor. Ceferino Ibáñez, de Infiesto, tiene 92 años y todavía mantiene a diario las "QSO", la abreviatura que se utiliza en la jerga de la radiodifusión para referirse a la conversación.

"Viene de la telegrafía y ahora se usa de forma coloquial", explicó Álex Darrosa, presidente del club llanisco, quien destacó la trayectoria y perseverancia de Ibáñez. El nonagenario piloñés no dudó un momento en posar junto a Pablo Molina, natural de Santander pero vecino de Oviedo, quien heredó la pasión de su padre, José Molina. Más de ochenta años y un abismo tecnológico median entre ellos, pero ambos entienden que "QRT" significa "nos vamos", que "QSL" quiere decir "afirmativo" y "QRM" implica "no te escucho, hay mucho ruido".

"No se conoce mucho porque con los teléfonos ahora no existe la necesidad, pero los walkies fueron los primeros móviles", explica el padre del benjamín.

Estos dispositivos sirvieron al joven Pablo Molina para iniciarse en la radiodifusión, para comunicarse a distancias de tres y cuatro kilómetros, en principio con su padre "por casa o por el camping de vacaciones". Pero en septiembre ya se pasó a las distancias largas y ya se ha convertido en un incondicional. Sobre todo le gusta "conocer gente", aunque hecha en falta que al otro lado de las ondas haya más chicos de su edad.

Considera, eso sí, que "lo más importante es saber inglés" para poder comunicarse con todo el mundo. Su padre forma parte de la asociación Vetusta de Oviedo, con la que realizan actividades en los colegios para dar a conocer lo que empezó como herramienta y ha acabado siendo una afición. "No hay tanta gente, pero quedan los de verdad", destacó Álex Darrosa, para quien Ceferino Ibáñez es uno de esos.

El piloñés empezó en la radiodifusión precisamente como un medio de trabajo, pues trabajaba en la compañía eléctrica Arcoa, en la que supervisaba a través de la emisora las zonas de Peña Mayor y el Sueve.

Al igual que al joven Molina, lo que más le gusta de la radiodifusión son "las relaciones personales", a las que se mantiene fiel cada noche con tres o cuatro aficionados más.

"El móvil lo uso muy poco. Algo sí, porque es inevitable, pero más la radio", explicó el nonagenario, para quien esta disciplina "sigue y seguirá existiendo siempre".