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Personajes de Cangas de Onís

Víctor Gómez, experto en carburantes y aceites

Tras más de dos décadas en gasolineras, "Curillo" es uno de los expendedores de combustible más veteranos de la comarca

Víctor Gómez Forés, en la gasolinera en la que trabaja. J. M. CARBAJAL

Víctor Gómez Forés se ha pasado más de dos décadas entre carburantes y aceites: es uno de los expendedores de gasolina más veteranos de la comarca. Mucho han evolucionado las antiguas gasolineras, poco más que algún que otro surtidor, desde la década de los ochenta de la pasada centuria hasta las modernas estaciones de servicio y con tienda de conveniencia inclusive. La comarca suroriental, tanto la ribera del Sella y como el valle del Güeña, es fiel reflejo de lo acontecido en ese competitivo sector de los carburantes. Prueba fehaciente de los cambios acometidos para mejorar son las tres firmas asentadas en el concejo de Cangas de Onís (El Portazgo (a la entrada de Arriondas), El Rigüetu y La Morra).

Víctor Adrián Gómez Forés, de 49 años de edad, natural de Cangas de Onís, lleva más de dos décadas dedicado a esos menesteres de expendedor de combustibles. Es uno de los más veteranos de la zona en ese tipo de trabajo en el gremio de las gasolineras. Trabajó primero en la estación de servicio localizada a la salida de la ciudad, en la AS-114, en el barrio de La Morra; y en la actualidad, desde hace seis ejercicios, en la instalación situada a la altura de la rotonda central de la variante de la urbe canguesa, en la zona de El Rigüetu.

Aunque nació en la vieja capital del Reino de Asturias, Víctor Gómez Forés pasó buena parte de su infancia en la localidad pucelana de Medina del Campo, pues allí destinaron a una oficina bancaria a su progenitor, Francisco Gómez Pérez , conocido como "Paco", oriundo de Solares (Cantabria), que era empleado del entonces denominado Banco Español de Crédito. Desde los 3 hasta los 14 años residió, junto a sus padres y hermanos, en tierras vallisoletanas, cursando sus estudios de Primaria en el Colegio San Juan de la Cruz, de la Orden de los Carmelitas Descalzos.

De regreso a su ciudad natal, acabaría finalizando los estudios de Primaria en el Colegio Público Vázquez de Mella. Pero, poco después, Víctor hubo de volver a hacer maletas para trasladarse a la localidad de Piedras Blancas (Castrillón), debido a otro nuevo destino profesional de su progenitor, en ésta ocasión en la villa de Pravia. Durante aquel tiempo, los cursos de primero y segundo de Bachillerato los hizo en el instituto de Salinas.

Ya con 17 años, viviendo en casa de su abuela materna Caridad Coro, "Cari", en El Zanjón o antigua Calzada de Ponga, le surgió la ocasión de ganarse un dinerillo como expendedor en la gasolinera de La Morra, propiedad en aquel momento de la familia Tejuca. Debía cubrir la baja temporal de un empleado y así estuvo durante todo el verano, pues, a la vuelta de la esquina le esperaba el servicio militar. La verdad, le tocó un poco lejos de casa: nada menos que en Ceuta, tras la correspondiente instrucción en San Fernando (Cádiz). Eso sí, plácida y tranquila, como "recaderu" de un superior con galones.

Licenciado de "la mili", allá por noviembre de 1987 retorna nuevamente a Cangas de Onís y consigue tajo en una empresa de montajes eléctricos, la cual estaba ejecutando una subestación en Coviella (Cangas de Onís), a la que siguió otra en La Pereda (Llanes).

Apenas un año se dedicó a aquellos menesteres, ya que le surgió una interesante oferta laboral en la gasolinera de La Morra, en un principio echando combustible y, con el transcurso del tiempo, realizando tareas administrativas. Diecisiete años estuvo vinculado a aquella empresa.

La crisis, como en otros sectores, también afectó a las estaciones de servicio, muchas de ellas en plena fase de mejoras. "Víctor, el de Catina" -apelativo que viene del nombre de su madre, Catina Forés Coro, quien en su juventud fue madrina del histórico Cánicas Atlético Club, equipo de fútbol representativo de Cangas de Onís-, hubo de reciclarse laboralmente y logró curro en el Garaje Covadonga, concesionario de la Renault, en Les Roces (Cangas de Onís), con Rubén González Rodrigo de encargado. Otros seis años pasó allí.

Víctor, como otros muchos españoles por aquella época (y aún hoy), igualmente padeció el desempleo. Pero, por fortuna, las cosas le fueron saliendo y, desde hace seis ejercicios, presta servicios como expendedor en la moderna estación de servicio de la circunvalación canguesa, en el lugar denominado El Rigüetu. Para nada se trata de una gasolinera al antiguo uso, pues, se complementa con una vistosa tienda que ofrece de todo al visitante o turista, desde sidra a licores, pasando por alimentación y demás. Y en caso de apuro, pueden adquirirse incluso productos de higiene personal.

Aficionado acérrimo del Sporting de Gijón, a Víctor -por cierto, sus íntimos amigos le motejan "Curillo", quizás por aquello de que estudió en un colegio de curas y de ahí lo de ese cariñoso apodo-, le gusta mucho el balompié. En sus años mozos jugó en el juvenil del Cánicas Atlético Club, con "Tinón, el de La Imprenta" de entrenador y con Sagredo de técnico ayudante. Compañeros de fatigas eran Ángel Casanueva, Carlos y Logan Baños, Julito Cofiño, Pedro Collado, Saru del Valle y un larguísimo etcétera. La verdad, no tuvieron ninguno de ellos demasiado recorrido en el deporte "rey" de este país, pero disfrutaron de lo lindo pateando el esférico durante sus años jóvenes.

A un lado el fútbol, su pasión desde hace años es la bicicleta, pero asegura que solo como diversión. Entrena con asiduidad y ha llegado a participar en las grandes citas cicloturistas que se celebran en la comarca, tales como la Lagos de Covadonga -en tres ediciones- y la Subida a Sotres -en dos oportunidades-.

Casado con Rocío Vega Valle, enlace que tuvo lugar el 15 de septiembre de 1995 en la basílica del santuario de Covadonga, oficiado por el sacerdote Manuel Ángel García, tienen dos hijos: Paula (17 años) y Víctor (11), quien lleva los genes futbolísticos de su padre en las venas, pues juega en el alevín "B" del Cánicas Atlético Club.

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