No mata y se lleva las gallinas, como el raposu, sino que les come la cabeza y las deja muertas en el mismo gallinero. Así opera la marta, el animal que el riosellano Jesús Amas logró atrapar con una trampa y entregó vivo al Cepesma después de quedarse sin cuatro gallinas y tres gallos. "A finales de octubre me preguntaron si me faltaba alguna gallina, porque había una muerta al lado del bar", expuso ayer Amas, quien trabaja en el gallinero y la huerta como hobby.

Por aquel tiempo la marta también mató a una docena de palomos en la zona, y en los días sucesivos Amas se fue encontrando a sus animales muertos y sin cabeza. "Suponíamos que era una jineta, una marta o una 'remesmila', como la llaman en la zona", las especies conocidas por comer la cabeza de sus víctimas y no aprovechar nada más.

Poco a poco la protagonista del suceso fue atacando animales que el riosellano incluso iba reponiendo, pues después de los primeros incidentes le regalaron dos gallos. Amas colocó entonces una primera trampa de la que el mustélido logró escapar. "Había colocado un listón de madera, pero empezó a morder y arañar y escapó. Dejó todo lleno de viruta y hasta quitó un tornillo", relata el riosellano, a quien fastidió bastante que el huidizo animal consiguiera quedar libre para seguir haciendo de las suyas.

Fue entonces cuando colocó una segunda trampa con un cebo muerto en el interior, un trozo de pellejo que le dieron en una carnicería que estuvo unos quince días sin que la marta se interesara por él. Pero ayer, cuando Amas trabajaba en la huerta, advirtió que el animal había caído. "Es muy guapa", admiró el riosellano antes de explicar que se trata de una especie "protegida" que no se puede matar, "pero tampoco soltar por ahí". El Cepesma, la coordinadora animalista que preside Luis Laria, se hizo cargo de la marta y la trasladó a las instalaciones del Parque de la Vida, en Luarca. Voluntarios de la entidad la recogieron ayer por la tarde en Ribadesella y, si bien hasta el momento se había mostrado "aletargada", al cambiarla de jaula sí que enseñó los dientes. "Empezó a morder y a tirarse a las manos", describió el riosellano, a quien la "remesmila" (tipo comadreja, de menor tamaño) ya mató hace años varios palomos, también en Ribadesella. Sin embargo, este ha sido su primer contacto con una marta, algo que sin duda no olvidará por los daños y también por la repercusión. El Cepesma abordará con el Principado el futuro de la marta, que quizás sea liberada en zonas en las que interesa su repoblación.