La escritora mejicana Elena Garro no tuvo la proyección que se merecía por ser mujer y vivir a la sombra de su marido, el premio Nobel de Literatura Octavio Paz. Esa es a la conclusión a la que llegan Rebeca Mier Sierra y Salvador Barreiro Miguel, ganadores del premio literario "La casa junto al río de Elena Garro" que ayer se entregó en la Casa de Cultura de Cangas de Onís.

Barreiro, estudiante de Humanidades que se impuso en la categoría de Bachillerato con la obra "Confesión por Elena Garro", explica que "lo más difícil fue tener una idea, luego desarrollar el texto fue fácil". El joven se documentó sobre la vida de la mejicana y descubrió que durante la estancia que ésta pasó en 1976 en Cangas de Onís para visitar a unos familiares la acusaron de impago en el hotel en el que se alojó, el Eladia. "Entonces decidí hacer una carta como si fuera la limpiadora y confesando que le había robado el dinero a Garro", dijo.

Por su parte, Mier se impuso en la categoría de estudiantes de ESO con el escrito "Consuelo y yo, juntas para siempre". Esta alumna de 4.º curso ambientó la obra ganadora en la casa Riera, antaño perteneciente a la familia de Garro. "Me presenté porque para mí es un hobby escribir y además subía nota en Lengua pero no me esperaba ganar", explicó la joven, que obtuvo una tableta de recompensa.

El jurado selecciono además como finalistas a Antonio González y Guillermo Quirós, ambos de 1º de ESO y a Elisa Hernanz y Ángela Valle, de 1.º de Bachillerato. El premio literario fue convocado por el Ayuntamiento de Cangas de Onís y en el mismo podían participar todos los alumnos del Instituto Rey Pelayo matriculados en el curso 2016-17. El objetivo del concurso no era otro que el de dar a conocer la vida y obra de la escritora mejicana cuando se cumplen cien años de su nacimiento. Garro (Puebla, 1916) visitó Cangas de Onís entre septiembre y noviembre de 1976 y aquellas vivencias quedaron recogidas en la obra "La casa junto al río", un título que hace referencia a la actual Casa Riera. En la publicación de Garro aparece desde su llegada a la estación de autobús canguesa hasta la descripción del paisaje y el paisanaje de la época. La escritora falleció en Ciudad de Méjico en agosto de 1998 dejando tras de sí uno de los mejores legados literarios de la época.