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"El arranque acaba con el ocle", alertan los recolectores cántabros a los llaniscos

La recogida en las playas cayó más de un 50% en la región vecina desde que se extraen algas con ayuda de barcos, denuncian los profesionales

Recolectores de ocle en la playa de Barru (Llanes). P. MARTÍNEZ

"Que los recolectores de ocle de Llanes no se dejen engañar como nos ocurrió a nosotros, el arranque en los fondos marinos acaba con las algas y provoca la caída de los precios. Autorizar el arranque es una aberración". Son palabras de Pablo Vega Díaz, presidente de la Asociación de Recolectores de Algas del Occidente de Cantabria, que reúne a más de 100 profesionales. Sabe de lo que habla, pues hace cinco años que se autoriza el arranque en la comunidad vecina y desde entonces la recogida de "la ocla" (como denominan en Cantabria a las algas) en las playas ha caído "más de un cincuenta por ciento, y algún año el descenso ha llegado hasta al ochenta oír ciento".

Vega reveló que hace cinco años el Gobierno de Cantabria concedió licencia a dos barcos para arrancar ocle."Al año siguiente ya fueron cuatro, después seis, y este año se habla ya de doce o catorce". Es, según afirma, "un desastre", entre otras razones porque no hay estudios que avalen ni la cantidad que se permite arrancar (1,8 millones de kilos el año pasado), ni la situación de los campos de ocle. Las autoridades "manejan informes del año 1989, pero nadie sabe cómo están en realidad ahora los campos de algas, ni cuánto tiempo tardarán en regenerarse los kilos que se arrancan", indicó Vega, quien destacó que el arranque supone no solo extraer las algas, sino arrastrar junto a ellas parte del fondo marino en el que están enraizadas, lo que supone que su regeneración se retrasa "ocho o diez años". Con el agravante de que los campos de algas son "un refugio para muchas especies marinas, algunas de las cuales desovan allí. Y el arranque se autoriza en el verano, que es justo época de desove, añadió Vega. El oclero cántabro augura un negro futuro para el sector: "cuando dentro de diez años no haya ni ocle en las playas ni peces nos tendremos que entretener mirando todos hacia arriba", dijo con una mezcla de ironía y pesimismo.

Vega se pregunta qué ha cambiado desde hace treinta años, pues entonces las autoridades de Cantabria prohibieron el arranque porque suponía una grave agresión al medio ambiente y al hábitat marino. "Y treinta años después, sin estudio alguno que avale lo contrario, se autoriza. Aquí hay gato encerrado", señaló. "No todo vale por dinero", añadió Vega, quien reveló que el año pasado se recogió en las playas de Cantabria poco más de medio millón de kilos de ocle en seco, menos de la mitad que cinco años atrás.

El oclero cántabro añadió que el arranque provoca, además, una notable caída de la calidad del ocle de arribazón, pues los buzos separan y dejan en el mar los "rabos" y las "correas", inservibles para la industria, lo que provoca que sean arrastrados hacia las playas junto al ocle, "pero en mucha mayor proporción que antes".

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