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Cien años de historias en Tornín

Manuel Fernández, soldado republicano, sastre y emigrante, recibe por su centenario la felicitación de los reyes de Bélgica

Manuel Fernández sopla las velas en compañía de su hija Marta y su hermano menor Raúl, ayer en su casa de Tornín. C. C.

El cangués Manuel Fernández Puente se unió ayer a la flamante lista de centenarios de la comarca del oriente asturiano. Y como cien velas no se soplan todos los días, la familia decidió invitar a sus vecinos de Tornín, que se unieron a la celebración sin dudarlo.

Sus andanzas en la Guerra Civil, cuando se alistó como voluntario para combatir con el ejército republicano, o su posterior estancia en un campo de trabajos forzados en La Magdalena (Santander) y en Madrid, tras ser herido y capturado por las tropas franquistas en Gijón, fueron sólo algunas de las historias que escucharon con gusto sus invitados.

Y es que Fernández, que nació en La Riera el 7 de junio de 1917, siempre tuvo predilección por contar historias. Tanta que durante su estancia en Bélgica para trabajar en 1964 escribió una novela inédita en asturiano y ambientada en el mundo rural titulada "El toñil de Quica", de la que muchos lugareños aún guardan una fotocopia. El centenario también tiene oído para la música y por eso durante su estancia en Santander pasó a formar parte del coro de la cárcel y aprendió solfeo. Al acabar su condena, Fernández volvió a La Riera y aprendió con "Pachu" el oficio de sastre. En Tornín conoció poco después al amor de su vida, Sofía Granda Cueto, fallecida en el año 2005 y con la que tuvo dos hijas: Marta y Adelaida, que en la actualidad viven en Bruselas.

Y es que con 46 años el cumpleañero se lanzó a la aventura de buscar un futuro mejor para su familia en Bélgica, donde trabajó como sastre hasta su jubilación. "Me aburría y echaba de menos Asturias, así que en 1982 decidí volver, aunque mis descendientes se quedaron", cuenta Fernández, que desde hace tres meses vive en el geriátrico de Sames (Amieva). Con humor cuenta que el truco para llegar a tan longeva edad sin tomar ni una pastilla es "intentar no morirse" y llevar una vida sana.

Este amante de la filosofía y el ciclismo recibió con sorpresa el regalo que su hija Marta le trajo de Bruselas: una foto dedicada de los reyes de Bélgica, Felipe de Sajonia y su mujer, Matilde d'Udekem. "Es costumbre que allí hagan una recepción real a los centenarios, y como yo no fui me mandaron esto en compensación, de lo que estoy agradecido porque no soy nada sectario", señaló Fernández, cuyo única petición al soplar las cien velas fue que hubiera "salud para todos".

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