La fiesta del Corpus brilló ayer especialmente en la villa llanisca y en la localidad de Posada. En ambos sitios la implicación de los feligreses dio lugar a espectaculares alfombras florales, que lucieron especialmente con el espléndido día de sol y, sobre todo, gracias a la presencia de los niños que este año han realizado la primera comunión, quienes volvieron a vestir los trajes y acompañaron sendas procesiones.

En el caso de la capital del concejo, fueron algo más de medio centenar los que participaron en una comitiva muy concurrida. En la villa llanisca se colocaron tres altares: uno en la plaza de Santa Ana, otro en la de Parres Sobrino y otro en La Magdalena.

Más de mil metros entre varias calles del casco histórico llanisco quedaron adornadas con alfombras florales, elaboradas con cariño, laboriosidad y materias primas vegetales: hierba verde, hinojo, ramas de pino, pétalos de flores frescas y serrín pintado recrearon diversas figuras, como ángeles, flores y formas geométricas variadas.

En ambas localidades los voluntarios que se pasaron horas confeccionando las alfombras fueron repetidas veces felicitados por las efímeras obras de arte que lograron componer. La iniciativa de estos asombrosos adornos surgió en la villa llanisca hace nueve años de la mano de vecinos como Tato Herrero y se ha convertido en un motivo de orgullo para los lugareños y en un potente activo turístico.

También en Posada suponen un importante atractivo, pues el conjunto de las alfombras y de la procesión de los niños hasta la plaza de Parres Piñera hizo las delicias de vecinos y visitantes. No todas las flores de la localidad partieron del suelo, ya que las niñas comulgantes avanzaron durante la procesión lanzando a su paso pétalos de flores en una redonda mañana primaveral que dejó sensación más bien veraniega a todos los asistentes.