Cuando Conchita García encontró un paquete con cables y pretendida apariencia de bomba que ponía "para Conchita" quizás no pensó que la "broma" acabaría en la mesa redonda que el instituto Avelina Cerra de Ribadesella celebró ayer con antiguos profesores. La docente, que fue jefa de estudios del centro durante diez años y que ahora está jubilada, fue una de las que se subieron a la mesa para compartir recuerdos y experiencias.

Era su turno y se transformó en un acto íntimo y, sobre todo, de agradecimiento al centro, un sentimiento que comparten los de antes y los de ahora. El pequeño tamaño del centro y lo bien que se trabaja, tanto con compañeros como con alumnos, fueron sentimientos compartidos por los profesionales y enunciados por la actual directora, Myriam Pando.

Hubo quien achacó que esa "convivencia y cordialidad" era mantenida por las reuniones, comidas y cenas que el profesorado compartía, también con los alumnos. En este sentido, la directora explicó que lo sigue intentando, pero "la autopista hizo mucho daño", pues antes los profesores se quedaban en Ribadesella y era más fácil verse después de las clases. La "bomba" de Conchita, por otra parte, trajo más cola que el desalojo inicial del alumnado y la llamada a la Policía Local. "El Consejo Escolar decidió que si el autor no se identificaba todos quedarían sin viaje de estudios", rememoró otra docente, María Jesús Castaño, jefa de estudios adjunta durante diez cursos. "Una madre que tenía influencias en Telecinco llamó y aquí se presentaron, pero no les dijimos nada", añadió quien también era conocida como "La Chusa" y que antes de en el Avelina Cerra ejerció la docencia en el Colegio Libre Adoptado Dionisio Ruisánchez. En este centro se formaron muchos de los que luego fueron profesores en el Avelina Cerra, como la propia Pando y Ramón Canal, que fue director entre 2002 y 2007 (cuando dejó la docencia para ser Alcalde) y que también estuvo presente ayer.

En la mesa redonda salieron otras anécdotas, como la técnica "mesa-silla-puerta-pasillo", empleada por María Jesús Castaño. "Cuando algún alumno se portaba mal le mandaba abrir la puerta, coger la mesa y la silla y salir al pasillo, al umbral de la clase. Cuando iba a tocar el timbre me preguntaban si podían entrar porque no querían que los demás les vieran", explicó la docente, quien al concluir la mesa redonda participó junto al resto de presentes en la visita guiada por el centro y en la posterior comida, que puso final a los actos del 25.º aniversario del centro.