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Homenaje a dos veteranos del puertu

María Vega Álvarez y Manuel Sierra González recibirán el 25 de julio el título de "Pastores de la Montaña de Covadonga" de 2017

María Vega Álvarez lleva sin subir al puerto casi 17 años, pero el 25 de julio volverá a hacerlo para recoger el título de "Pastora de la Montaña de Covadonga" de 2017. "Dejé de ir cuando murió mi marido, Jesús Nevares, porque el motor del puertu era él y allí me pongo triste al recordarlo", contó esta vecina de Llenín. El Ayuntamiento de Cangas de Onís también reconocerá ese día en la Vega de Enol la labor de Manuel Sierra González. Los dos homenajeados reciben el galardón con sorpresa y mucho orgullo.

Vega, natural de Corao, dedica el reconocimiento "a todas las mujeres del campo que cuando los hombres estaban en el puerto mecían, segaban, atendían la siembra, la casa, los críos y lo que hiciera falta". Con 87 años y una memoria prodigiosa, relata las andanzas por la majada de Vegavieya de su marido, con el que se casó en 1956. Cuando éste emigró tres temporadas al Cantón del Valais (Suiza) a ganarse el jornal como jardinero, a mediados de los setenta, Vega tiró por la casa y por sus cuatro hijos, y hasta tuvo humor para atender un molino de maquila.

"Mantuvimos el ganáu en la cuadra y el del puertu, y cuando volvió él teníamos más, porque yo no quería que la casa fuera para abaju", cuenta la mujer, que después de acostar a los críos todavía sacaba fuerza para coser a máquina. "Pasamos unos años muy duros y trabajando muchísimo, pero felices y contentos. Y formamos una familia de la que nos sentimos orgullosos", asegura Vega. Al jubilarse el matrimonio, pasó unos últimos veranos en Vegavieya con un rebañín de ovejas. "Si hubiera podido, habría estudiado para maestra", relata la mujer, que cuando de soltera le mandaban a llendar el ganado en Corao aprovechaba para escribir poesía. Para Vega, la Fiesta del Pastor, en la que será homenajeada, es casi "como una religión". "Cuando estaba mi marido, no faltábamos nunca; el día antes ya subíamos un menú especial. Este homenaje tenía que ser para él", explica.

"Siempre fuimos asiduos a la fiesta, en la que no faltaban la tortilla y el chorizu de casa", cuenta Manuel Sierra. Este cangués de 91 años puso por primera vez un pie en el puertu con 3 años y ya no lo quiso abandonar jamás. "Me subió mi padre, Manuel Sierra, a Comeya en burro tras una caminata de más de dos horas, y quedé prendado", explica. Allí atendía a ocho vacas, ovejas, cabras, gallinas y cerdos. "Hacíamos algo de queso gamonéu y manteca, pero para gastar en casa, no para vender", cuenta el pastor, que a los 43 años contrajo matrimonio con su vecina María Ángeles Suero, con la que tuvo dos hijos. El varón sigue la tradición ganadera. "Mucha gente marchó al extranjero porque esta vida era muy dura, pero yo nunca me lo planteé", rememora el homenajeado, que dormía en una cabaña sin baño ni electricidad. "Entonces había en Comeya más de una docena de pastores. Hoy no queda ninguno y están las cabañas cayendo ", denunció.

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