"Hay propietarios que prefieren dejar la casa caer y hacer una nueva antes que lidiar con las exigencias de la Consejería de Cultura para rehabilitarla". Quien así se explica es Carmen Ibáñez, propietaria de una vivienda en la calle Cronista Guillermo González de Ribadesella (en el barrio de El Portiellu), quien ve apenada cómo "se está perdiendo patrimonio" por las trabas administrativas para reparar inmuebles protegidos.

El primer registro de su vivienda data de 1830, pero sospecha que la construcción sea incluso anterior. "Somos los más interesados en conservar el aspecto histórico de nuestras casas", expone Ibáñez antes de añadir que, de no ser así, habrían elegido otra zona y otro tipo de edificación. Los propietarios comprenden obligaciones como mantener las fachadas o colocar ventanas de madera, pero hay otras que ven incoherentes. "Me parece muy bien que no dejen tocar la fachada, pero por dentro lo que quiero es que se pueda vivir", explica. Hay propietarios, por ejemplo, a los que Cultura pide cargar la piedra, ocultarla bajo el cemento, si van a cambiar las ventanas, pero no si las van a arreglar o pintar. Esta exigencia, basada en que en origen lo estaban por aislamiento u otros criterios, también se da en fachadas de piedras de gran tamaño, esencia de la estética de un barrio histórico como el riosellano. Lo comparan con hacer semejante obra "en la basílica de Covadonga". Las alturas interiores son otro caballo de batalla de quienes afrontan una rehabilitación de este tipo. "Se está perdiendo patrimonio por querer ser tan puristas", lamenta Ibáñez, también preocupada por la casa que tiene al lado, "una ruina" de la que ya se han desprendido cascotes. Echa en falta, además, que el Ayuntamiento "haga algo, actúe con contundencia y cuente lo que está pasando" con esta situación.