Una fina lluvia hizo acto de presencia en Nueva de Llanes en el momento en el que la venerada imagen del San Cristo del Amparo salía de su capilla. En ese instante la capital del Valle de San Jorge tembló con la espectacular traca que acompañó a tan esperado momento. Minutos después el agua que amenazaba a la monumental procesión fue sustituida por el sol. La única lluvia que permaneció en Nueva fue la de la fe de las aldeanas, en número superior a los dos centenares, la de los porruanos que portaban los ramos y las andas del Cristo, la de las mortajas que a los pies de la imagen cumplían con su promesa y las de las cientos de personas llegadas de diferentes rincones de la comarca para participar en la procesión.

Noemí Pérez del Campo, ataviada con el traje de aldeana, junto a sus hermanas Lilian e Iris y su sobrina Abril Díaz Pérez, difícilmente podía evitar las lágrimas. Nacida en la parroquia de Pría, vive en Madrid y tiene casa en el barrio de Triana de Nueva, corazón de la fiesta del Cristo. "Desde que vivo en Madrid tengo más pasión por esta fiesta, procuro no faltar nunca. Vivo la fiesta con mucha intensidad", dijo. Desde hace siete años este día tiene para ella un significado muy especial.

"Mi marido falleció hace siete años. Se hizo devoto del Cristo gracias a mi. Me hizo prometer que, para honrarle, no dejaría de vestirme nunca de aldeana y que disfrutaría de la fiesta con mi familia y eso haremos", dijo.

Luis Manuel Veloso y Leticia Pedrayes no podían disimular su felicidad. Por segundo año consecutivo vestían a su hijo de 14 meses de porruano. "Para mí es el día más importante del año", señaló sin dudar la madre. "El crío es del Cristo de cuna", añadió el padre de la criatura mientras lo cogía en brazos para inmortalizar la estampa familiar. Entre las mortajas no faltó, por décimo años consecutivo María Luisa Fernández Suárez. "Soy de Oviedo, pero como si fuera de Nueva. Estoy ofrecida al Cristo mientras pueda venir. Me he vestido también durante muchos años de aldeana. Es una fiesta en la que se respira fe", dijo instantes antes de que comenzase la procesión.

El estandarte de la parroquia del Valle de San Jorge que llevaba Benigno Fernández Carrera abría la comitiva. Detrás iban los componentes del Grupo de Gaitas Principado, integrado en la jornada de ayer por Gregorio y Vicente Trespalacios y Manolín Vela. Cuatro hermosos ramos antecedían a las aldeanas. El mediano fue armado por las hermanas Pepita y Rosa Villar. Iba cargado con más de medio centenar de panes dulces. Lo llevaban a hombros Benjamín González, Manuel Fueyo, Pablo Pedrayes, Elías Cueto, Eloy Gago, Jorge Fernández y Fernando Santos. El de mayor tamaño lo transportaron Alejandro del Río, David Rodrigo, José Ángel Espinas, Abel Rodríguez y Gerardo Fernández.

La vuelta del Cristo a su capilla estuvo acompañada por una nueva traca, vítores y el agitar de las panderetas. De la lluvia no quedaba ni rastro.