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Plan de Ribadesella: herencia envenenada

El futuro PGO, en tramitación, nace condicionado por convenios urbanísticos y compromisos municipales de hace 10 y 20 años y el temor a posibles indemnizaciones si no se respetan

Plan de Ribadesella: herencia envenenada P. MARTÍNEZ

Algunos hablarán de precaución, otros dirán miedo. El caso es que el futuro Plan General de Ordenación (PGO) de Ribadesella nace condicionado por una herencia envenenada: convenios, planes parciales y recalificaciones. Compromisos muncipales pergeñados hace diez y veinte años, en tiempos de especulación, en los que se veía el urbanismo como la solución mágica a todos los problemas: una manera de generar empleo, atiborrar de dinero las arcas municipales y conseguir dotaciones "gratis total", a cambio de enriquecimientos exprés de constructoras y promotores.

En Ribadesella se prometió durante años que el PGO solucionaría todas las carencias históricas. Y que el vecindario no tendría que poner ni un euro de su bolsillo. "Recalifica, que algo queda", era el eslogan de moda. "Y el que venga detrás, que arree", el pensamiento dominante. El hundimiento del sector inmobiliario provocó el final del sueño y el inicio de la pesadilla: el Ayuntamiento acabó hace bien poco de pagar las deudas heredadas, después de un enorme esfuerzo por parte de los actuales dirigentes municipales.

La realidad: en lo que va de año se ha vendido en el concejo una vivienda nueva; el año pasado, otra. Pero el futuro Plan General, que se expone al público hasta el 23 de octubre, posibilita la construcción de 2.788 en díez años (en realidad, más de 3.000, a la vista de las superficies medias de los nuevos hogares). Buena parte de los suelos declarados urbanizables son herencia de las normas subsidiarias de 1997. Dos son los legados más polémicos de la época del "boom" del ladrillo: Oreyana y Los Porqueros. En aquella, situada a la salidad de Ribadesella hacia Llanes, a ambos lados de la AS-263, se proyectó al amparo del "boom" del ladrillo la mayor urbanización del norte de España, con 2.200 viviendas. Ahora mismo es suelo rústico, porque no se desarrolló en ocho años, como exige el planeamiento vigente y porque el plan parcial de 2007 solo se aprobó inicialmente. Además, todas las sentencias judiciales sobre casos como este señalan que los ayuntamientos tienen derecho a variar la calificación urbanística de manera discrecional (no arbitraria), y que esos cambios no dan lugar a indemnizaciones (un temor de los dirigentes municipales) si no se ha urbanizado. El nuevo PGO divide Oreyana en cuatro: Platas, El Jario, Campo de fútbol y Otrondi. en las tres primeras se anuncian 359 viviendas, aunque si se calculan de 100 metros cuadrados de media (lo habitual en otros planeamientos) serían 718, el doble. Otrondi queda como suelo de reserva y solo podrá desarrollarse si se agota todo lo demás. El Ayuntamiento teme que dejarlo como suelo rústico lleve a los propietarios a reclamar la devolución del IBI pagado en estos últimos años. Y prefiere que sea el Principado el que recorte. Problemas fuera.

En Los Porqueros (13 hectáreas de monte) se construyeron 119 pisos y aún restan otros 235 (aquí de 88 metros cuadrados de media) en edificios de siete alturas, pese a que esa zona es el "cierre" de la malla urbana de Ribadesella. Ello porque se firmó un convenio en 2002 (modificado varias veces, la última en 2014) por el que la promotora construyó la ronda oeste de la villa y entregó 70.000 euros en metálico al Ayuntamiento. Pero después de fimado el convenio la Confederación "descubrió" que buena parte de los terrenos aptos para urbanizar (los de menor pendiente) eran zona inundable. Así que la única solución para cumplir el compromiso municipal es permitir bloques de edificios. Aquí quizá sí habría indeminzación si el Ayuntamiento incumple su parte. Y eso que el "banco malo" tuvo que hacerse cargo en 2008 de decenas de pisos a estrenar al quebrar la promotora. Por cierto, siguen en venta.

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