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Ribadesella, historia de tres puentes

El paso sobre la ría, pendiente de arreglo o sustitución, hereda la problemática que salvaron los anteriores de madera y acero

Desfile militar durante la inauguración del actual puente en el año 1940. REPRODUCCIÓN DE P. M.

El río Sella parte la villa riosellana en dos y la necesidad de salvarlo ha sido una constante a lo largo de la historia. Primero hubo barcas hasta en tres puntos y les siguieron tres puentes: el de madera, el de acero y el actual, de cemento, cuyas deficiencias llevan años en el candelero.

Cuando, en septiembre de 1517, Carlos de Gante llegó a Ribadesella, para cruzar de la playa a la villa tuvo que rodear por La Moría de Ardines, bordear la parte trasera del macizo, llegar a Xuncu y pasar a Lloviu vadeando el río. Los caballos de su séquito no estaban acostumbrados a embarcar con mar revuelta y la forma que tenían los riosellanos de la época de pasar de un lado a otro, la barca entre la Punta del Arenal y el paseo de La Grúa, no les convenció. Lo cuenta el historiador local Toni Silva antes de enumerar los tres pasos que hubo antes del primer puente, que llegó a finales del siglo XIX: el mencionado en la villa, que gestionaba el gremio de mareantes, una segunda barca entre Lloviu y L'Alisal, y una embarcación privada en Cueves del Agua.

La primera infraestructura estuvo relacionada con un plan estatal de carreteras de 1860, dentro del cual "quedaba muy en evidencia el punto negro del paso de la ría en la carretera entre Torrelavega y Oviedo. La necesidad era obvia", explica Silva.

En aquella ocasión fue el Ayuntamiento de Ribadesella el que encabezó la reivindicación (con el apoyo de los mareantes), solicitó al Estado (al departamento de Marina del Ferrol) permiso para hacer el puente y lo financió. "El presupuesto fue desorbitado, siete veces el presupuesto anual del ayuntamiento, y habilitaron un impuesto para todos los que lo cruzaran, para ir ayudando a su construcción. Una vez que estuvo hecho sirvió para ir amortizando la deuda generada", apunta el historiador riosellano. El válido fue el segundo proyecto, de algo más de 340 metros, y que el Consistorio construyó a base de subcontratar la madera por un lado (prácticamente toda del concejo, de localidades como Torre, San Pedro y Sardalla), el constructor por otro, y así sucesivamente hasta que, en agosto de 1867, se inauguró sin el tramo de diez metros elevadizo o móvil, concebido para no cortar el paso de los veleros "hacia uno de los mejores fondeaderos que tenía la ría, la ensenada de lo que hoy es El Tocote, la zona de mayor calado del puerto", describe Silva. Por falta de dinero no se llegó a construir "y se condenó todo el espacio portuario del puente hacia arriba". De los tres puentes (madera, hierro y cemento), cada uno se construyó aguas arriba del anterior, aunque "el de madera y el de hierro casi salían del mismo punto del Picu", aclara el historiador. Esta primera infraestructura era fuerte, pero la superó la fuerza de las riadas, requirió varias reparaciones "y se vio que tenía los días contados". Llegó a 1890 "y se empezó a ver clara la necesidad de algo más fuerte y sólido", el momento en que la sociedad riosellana comenzó a reclamar el conocido como puente de hierro, en realidad una estructura de acero.

Financiado por el Estado, este segundo puente se inauguró en 1898, dentro del plan de carreteras y diseñado por el famoso ingeniero de Caminos Eugenio Rivera, "un adelantado en la construcción de estructuras metálicas, en línea con las investigaciones de Eiffel y que enseguida se volcó con la novedad de aquel momento, el hormigón armado", detalla el riosellano.

Nuevas necesidades

Pensado y diseñado para pesos y cargas "de carros y poco más", en aquellos momentos aún no había tráfico motorizado y para cuando lo dinamitó el ejército republicano en 1937 este puente ya tenía los días contados. "Al entrar las tropas de Franco procedentes de Santander y con destino Gijón, la República va huyendo y dificultando su avance, dinamitando todas las estructuras para proteger la retirada", relata Silva. Entre octubre de 1937 y la primavera de 1940, cuando se inaugura el puente de cemento, Ribadesella se queda sin paso y tiene que volver a recurrir a la barca. La actual infraestructura sobre la ría del Sella fue construida por un batallón de presos de la República, al igual que el puente trubieco de Barréu. Hasta 1977, en una placa podía leerse: "Destruido por las hordas rojas y vuelto a reconstruir por la España nacional".

Hay fotografías de la época en las que se ve el desfile militar organizado para su inauguración y aguas abajo del nuevo "se ve un puente de barcas de madera, que sirvió de apoyo para ir construyendo el de hormigón. Es el cuarto puente, que luego se quitó", señala Silva, quien no ha llegado a saber si sólo se usó para construir el nuevo paso o si también estaba abierto al público. Han pasado 77 años desde que este puente se construyó y, a juicio del historiador, "llegó el momento de tirarlo, el momento del colapso, como sucedió con los anteriores". Las necesidades de los vecinos y visitantes en la actualidad vuelven a requerir una intervención para cruzar la ría del Sella de la forma más segura y operativa posible.

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