Diego Purón (Pancar, 1979) es maestro de Educación Musical y de Lengua Extranjera. Lleva 20 años dedicado a la percusión y dirige la Banda Gaites Ribeseya desde 2009. El sábado, día 13, organizan el VI Festival de Bandes de Gaites Villa de Ribeseya.

- Estuvo con la banda en su primera etapa, antes del parón de 6 años del que salieron en 2009, ¿qué balance hace de esta segunda fase?

-Muy bueno, muy positivo. A nivel musical estamos haciendo cosas que no pensé que se pudieran hacer con una banda. Tanto de armonías como de relaciones sociales. Somos pocos, pero nos llevamos, nos entendemos y funcionamos todos muy bien.

- El festival que celebran el sábado cumple seis ediciones, ¿se han cumplido los objetivos que se marcaron?

-El festival surgió por muchas cosas: intentar dar a conocer las bandas de gaitas en el pueblo, además de la local. El año pasado vino una banda irlandesa y fue un éxito absoluto, este año viene una de Galicia de forma que el público puede ver otro tipo de gaitas, etcétera. Y también como un trampolín para nosotros, pues los festivales son una plataforma de intercambios, te mueves un poco.

- ¿Viajarán finalmente a Irlanda para devolver la visita de la banda invitada en 2016?

--Si tuviéramos posibilidad económica de plantearnos el viaje, seguro que ellos estarían encantados. Pero a día de hoy conseguir un patrocinio para viajar más de veinte personas es difícil y cuadrar horarios también.

- ¿Qué situación económica tiene la banda?

-Estamos muy bien porque tenemos pocos gastos y el Ayuntamiento nos apoya: nos ayuda a hacer el festival y las clases de gaita y percusión están canalizadas a través de la Escuela de Música, de forma que los maestros cobran del Ayuntamiento y los componentes no cobran por tocar. Pero claro, llevar 24 personas a Irlanda, alojarlas... De todas formas, es probable que lo más difícil fuera lo de los calendarios.

- ¿Sigue notándose el efecto de la crisis en el número de actuaciones que tienen?

-La crisis hizo mucho daño a todos niveles. Hay muchos pueblos que antes llamaban a la banda y ahora se conforman con una con pareja o un grupo de cinco. Es verdad que menguó mucho la demanda. Al final, sinceramente, para pueblos relativamente pequeños, una formación de cinco músicos queda más autóctono, tradicional, más de la tierra.

- ¿Le gustaría recuperar las composiciones tradicionales de Ribadesella?

-Hay muchos músicos tradicionales en el concejo, pero es difícil. La tradición se mantuvo mucho gracias a Eduardo, el gaiteru de Sardéu. Estoy convencido, por ejemplo, de que la Danza de Arcos tuvo que tener algún tipo de melodía, de canción, tenían que bailar algo, pero se perdió. Mi madre es riosellana y desde que soy críu me acuerdo de verla, pero siempre a pelo con el tambor. ¿Cómo recuperar eso?. A saber, igual en algún desván, donde menos imaginemos, aparece alguna grabación. Es verdad que mientras en otros concejos como Llanes, de donde yo soy, se conservó muy bien gracias a los bandos, en Ribadesella está un poco desperdigada y se perdió mucho.

- ¿Qué retos tiene la banda?

-El más claro sería conseguir más componentes. Cuantos más seamos mejor se puede sobrevivir para todo. Para el tema de los calendarios, por ejemplo, si en lugar de 24 fuéramos 48, nos podríamos turnar de otra forma. A partir de ahí una banda de gaitas no tiene techo. Uno de mis sueños es ir al Campeonato del Mundo, en Glasgow, con la Banda Gaites Ribeseya. Llegar allí con los trajes de asturianos, ponernos en el círculo, tocar nuestras melodías y que dijeran "vaya, en el norte de España también saben tocar la gaita como nosotros". Ahora mismo lo veo casi inalcanzable, porque la gente se apunta a clase y mejora mucho, pero llega un momento en que se van a estudiar fuera, tienen familia, trabajo... acaban dejándolo y vuelta a empezar. Ojalá pudiéramos, pero ahora mismo es lo que hay.