Sobresaliente alto. Esa es la nota que dieron ayer los asistentes a la Feria ganadera de Santa Teresa al nuevo recinto, por primera vez ubicado en terrenos de la piscifactoría de Infiesto. En sus 13.000 metros cuadrados se dieron cita más de 1.500 animales, una cifra superior a la de anteriores ediciones celebradas en la céntrica plaza del Ganáu, con capacidad para poco más que 800 cabezas. La mayoría de tratos se cerraron en la víspera y el evento registró compradores llegados desde País Vasco o Galicia.

El aplaudido cambio de ubicación fue impuesto por el Principado que, al constatar un importante crecimiento anual en el número de participantes en la feria, temió por el bienestar de los animales, demasiado hacinados, y por la seguridad del público. El equipo de gobierno piloñés que encabeza el socialista Iván Allende apostó entonces por los terrenos de la piscifactoría pese a tener a la oposición en contra (PP y VIP), por considerar que sacar la feria del centro de Infiesto perjudicaría a los hosteleros locales. No obstante, el corazón de la capital piloñesa contó ayer con gran afluencia de visitantes atraídos por los puestos de textil, gastronomía o herramientas que abarrotaban la calla Covadonga y la propia plaza del Ganáu. Todos ellos pudieron disfrutar de un servicio de trenecillo gratuito para desplazarse hasta la piscifactoría. Allí hizo buenas ventas el tratante naveto Pedro Argüelles, que llevó nueve vacas. "Si hubiera traído más lo hubiera vendido porque con tanta amplitud se pueden lucir mejor los animales", dijo. Su opinión la compartía el tratante de Ourense Antonio Castro, que se llevó para Galicia diez cabezas de reses cruzadas. "El cambio va a ayudar a esta feria a crecer. Le doy un sobresaliente a la organización porque los accesos están muy cuidados", dijo. De Llodio, en Álava, llegó José María Arbide para comprar vacas jóvenes de carne con cría. Arbide alabó el nuevo emplazamiento. "Es una gozada entrar a cargar y hay mucho parking para los camiones. Le doy un diez", aseveró antes de cerrar un trato con el ganadero piloñés Armando Gutiérrez, quien hacía años que no bajaba a vender a la feria. "Hasta ahora faltaban amarres y daba miedo meterlas entre tanta gente. Este nuevo recinto es de los mejores de la región y por eso me animé a bajar nueve animales que vendí al completo", festejó. La feria recibió los halagos del tratante cangués Toño García "el de Mestas", que mandó el mayor lote de ganado para Galicia. García pidió a la organización que se pusiera horario de entrada para evitar que la cita se alargue tres días.

La asturiana de los valles parida alcanzó un precio de entre 1.400 y 3.000 euros y la de la montaña osciló entre los 600 y los 1.500 euros. Las pardas cotizaron entre los 800 y los 2.000 euros. Además de vacas, hubo ganado equino en la feria y entre los niños causaron sensación dos ponis que el parragués Víctor Amieva que vendía a 450 euros el pack.