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El mejor quesero de gamonéu del valle quiere volver a trabajar en el puertu

"Es como estar en casa pero con mejor paisaje", dice Cándido Asprón, al que una lesión impide elaborar sus piezas en la majada de Belbín (Onís)

Cándido Asprón, en la cueva de Belbín (Onís) en la que madura sus quesos de Gamonéu. C. C.

Fabrica el mejor queso gamonéu del valle en Bobia de Abaju (Onís), pero sueña con volver a establecer su producción en el puertu. A Cándido Asprón una rotura de menisco lo alejó este verano de la majada de Belbín, pero no del podio de los mejores queseros: su pieza fue elegida como la mejor de la variedad del valle en el certamen que el consistorio oniense celebró el domingo en Benia. En esta categoría se presentaron doce queseros, pero fue Asprón el que con su mezcla, a partes iguales, de leche cruda de cabra y vaca conquistó al jurado. "Estoy muy contento, no me lo esperaba. Llevaba un año muy accidentado, primero recuperándome de una lesión en un brazo y después con la operación de menisco. Espero estar recuperado para volver al puertu en junio".

Asprón aprendió a hacer gamonéu de pequeño, en la majada oniense de Las Fuentes, donde sus padres tenían una cabaña. "Soy el quinto de once hermanos. Según fuimos creciendo, nos dábamos relevo porque no cabíamos todos en aquel habitáculo de tres metros cuadrados. Me tocó ir un año con mi hermano mayor Ramón y otro con el pequeño, Amador. Después, en vez de hacer quesu, me tocaba quedar por Bobia a labores como segar", relata Asprón.

En la juventud cambió el queso por el cemento y el ladrillo hasta que un problema de espalda lo alejó de la construcción en el año 2000. Entonces volvió al monte, a echar una mano a su hermano. "Me gustaba hacer queso, pero veía que tan arriba -hay que caminar más de una hora desde Belbín a Las Fuentes- no era viable porque no llegaba el coche y los ataques del lobo podían jugar una mala pasada al rebaño", narra.

En 2003 salió adelante la Denominación de Origen Protegida (DOP) del gamonéu para sus dos variedades y un año más tarde Asprón comenzó a elaborar el conocido como "oro blanco de los Picos de Europa" en Belbín. El kilo del puertu cotiza a 40 euros y, hasta su lesión, este quesero de 54 años de edad elaboraba algo más de 900 kilos al año, entre los meses de junio y octubre. "Como la normativa impide que la reciella suba al puertu hasta junio, empecé a hacer algo de queso en el valle en primavera, pero estar arriba siempre me gustó más: es como estar en casa pero con mejor paisaje", asegura. "Las condiciones mejoraron mucho: el vehículo llega hasta cerca de la cabaña y ahora cuentas con luz y agua", esgrime. Pero no todo son lujos en la montaña. El transporte de los quesos hasta la profundidad de la cueva de maduración de Belbín, a la que se accede por una larga escalera, es tedioso y por el momento incompatible con la lesión de la que se recupera.

Entre las necesidades del sector, Asprón cita la mejora de la pista de acceso a Las Mantegas, demasiado estrecha para que circulen tractores y turismos. "Hasta que la arreglen los queseros de Belbín nos vemos obligados a dar un rodeo de más de 30 kilómetros por Covadonga para acceder a la majada. Un recorrido que podíamos hacer en 15 minutos nos lleva una hora", lamenta. Para garantizar la supervivencia de los elaboradores del puertu -hay dos en Belbín (Onís), dos en Gumartini y uno en Fana (Cangas)-, el pastor urge medidas por parte del Parque Nacional que frenen el lobo y el matorral.

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