Las guerras de nuestros días son por el petróleo, pero dentro de poco lo serán por el agua. Una mayoría del líquido elemento del que se nutre la sierra del Sueve proviene de la niebla.
Los expertos juzgan la sierra colunguesa como una de las mayores reservas hidráulicas de la región, casi inagotable, pues a esa mayoría de aportes de agua llegan de niebla, presente buena parte del año en la zona. El efecto barrera que esta sierra supone para las brumas procedentes del mar hace que las nieblas sean un elemento habitual en esta zona por lo que se ha ganado el apelativo en algún caso de "reino de la niebla".
A todo ello se suma la presencia de surgencias de agua bajo la montaña. En su interior, dice Julio Fernández Peón, gerente del centro de interpretación de este espacio, "el Sueve es como un queso gruyere, todo lleno de pequeños ríos" que lo van atravesando.
En idéntica situación, en Argentina, decidieron activar un sistema que denominan "ordeño de nubes" que permite aprovechar el agua de lluvia. "Ordeñar" es una metáfora de la función -científicamente demostrada- de que los bosques de altura realizan en la captación natural de agua, mediante la intercepción de lluvias y neblina que luego es vertida en los arroyos, de vital importancia también para el abastecimiento de los pueblos aledaños. Oportunidades existen para aprovechar ese recurso, argumentan los expertos. Solo en la sierra del Sueve, que se extiende por una superficie total de 80 kilómetros cuadrados -con 34 de ellos de especial protección-, se recibe un aporte anual de 12.500 litros de agua por metro cuadrado al año. Una ruta hasta el nacimiento de la fuente de Obaya, que abastece a los concejos de Colunga y Caravia, permite conocer de cerca las reservas hidráulicas de la sierra del Sueve. El origen del cauce tiene lugar a unos 20 metros de altura. De hecho, el recurso es tan abundante que, según Julio Fernández Peón, "un 80% del concejo de Colunga subsiste gracias al agua del Sueve".
La caliza, una roca muy permeable que el agua erosiona con facilidad, formada en el carbonífero, hace unos 350 millones de años, es lo que permite al líquido elemento, generar pequeñas galerías en el interior de la montaña que, al final, llegan a la parte baja y van a desembocar a Obaya. Una de las rutas organizadas esta temporada por el centro de interpretación de la sierra del Sueve lleva precisamente a esta zona. El origen del cauce, explica Fernández Peón, es un salto de agua "pero no una cascada", precisa, "es una surgencia que sale del embalsamiento de agua de abajo. Aquí el agua no se acaba nunca", anuncia el guía para sorpresa de muchas.
La ruta a la fuente de Obaya es de fácil, apta para todos los públicos, con descenso y asenso de 45 metros y ofrece la posibilidad de visitar un antiguo molino del siglo XIX que funcionaba a la orilla del nacimiento del cauce. Para llegar a él se toma un sendero por la margen izquierda del arroyo que asciende en dos minutos a las ruinas del antiguo molino y un poco más arriba se llega hasta un túnel natural de unos treinta metros que al parecer se utilizó como refugio en la guerra civil.
Durante el recorrido a Obaya es posible observar el nacimiento del río manando desde la roca caliza que forma la mayoría la sierra, conocer las diferentes especies de helechos tropicales que allí brotan, considerados únicos y excepcionales en gran parte de Europa o, si hay ganas de caminata, visitar también los yacimientos minerales de cobre de la época romana. La antigua mina del Toniellu, explotación de calcita cerrada en los ochenta, que ha dejado una especie de cráter de volcán al que acceder por una bocamina de 50 ó 60 metros de profundidad. En su entorno viven durante el verano una pareja de alimoches. También es posible contemplar en altura toda la costa de Caravia, Colunga y hasta Villaviciosa y Gijón.
