Piloña llora la muerte de uno de sus vecinos más queridos y populares, el médico Jorge Luis Rodríguez-Noriega Beleaustegui, que falleció ayer en Infiesto a los 84 años tras hacer frente a una larga enfermedad.

Hijo del médico Carlos Rodríguez Noriega y hermano del médico Antonio Rodríguez-Noriega, tuvo claro muy pronto que lo suyo era cuidar de los demás y cursó la carrera de medicina en Valladolid, tras terminar el Bachillerato con los jesuitas en Gijón. La educación primaria la había cursado con las Carmelitas en Infiesto.

El afán por mejorar su inglés lo llevó a aceptar un empleo como camarero en Reino Unido y a trabajar después y durante varios años en un hospital de Boston (EEUU) . Su carrera profesional continuó en Barcelona y a la muerte de su madre, Consuelo Beleaustegui, decidió volver a su Piloña natal para no dejar solo a su padre. Allí y hasta su jubilación trabajó como médico en el centro de salud de Villamayor.

Aficionado al fútbol y gran seguidor del Club Deportiva Piloñesa, en los últimos tiempos se decantó más por otros deportes como el golf, que practicaba en la finca que la familia tiene cerca de la residencia de mayores de Infiesto.

La pesca y el ajedrez eran otras de las grandes pasiones de Rodríguez-Noriega, quien en agosto de 2004 recibió la distinción "Asturcón de Oro" de la Asociación Conservadora de los Asturcones del Sueve (ACAS) por sus méritos personales y profesionales en la fiesta de Espineres. El secretario del colectivo, Javier Escobio, lamentó ayer "la gran pérdida" que supone el fallecimiento de Rodríguez-Noriega. "Estamos muy apenados porque era una gran persona", dijo.

El médico tenía una hija, Emma Rodríguez-Noriega, y deja viuda a Emma Tejuca. La iglesia de Infiesto celebra hoy una misa a mediodía por su descanso antes de su incineración.

Los familiares del difunto piloñés quisieron agradecer ayer el apoyo y cariño mostrado por numerosos amigos y vecinos, que no dejaron de visitar durante toda la tarde de ayer el tanatorio de Infiesto para mostrar sus condolencias. Entre ellos su sobrina Paula Noriega, quien describió al médico como una persona muy paciente, con genio pero bonachón. "Era muy rapaceru y le gustaba mucho hacer bromas a los críos", rememoró.