Los ganaderos de Cabrales dicen basta. Los continuos ataques del lobo a la cabaña ganadera del concejo han colmado su paciencia. El último de ellos tuvo lugar la madrugada del domingo en Sotres, a escasos cien metros del pueblo, y se hizo viral gracias a un vídeo en directo subido a las redes sociales por Kaelia Cotera, esposa de Abel Fernández López. Ambos regentan la ganadería Cambureru.

Llorando de impotencia, Cotera cuenta el relato del ataque a una de sus cabras. "Esto es lo que nos queda", dice. En dos meses han perdido 30 cabras y dos ovejas. El desaliento es latente dentro de un sector que, según explican sus protagonistas, da sus últimos coletazos en Cabrales a no ser que se ponga freno de una vez por todas a los ataques indiscriminados del lobo. "Sin ganado no hay paraíso, ni queso Cabrales ni nada de nada", advierten.

En torno a los restos del animal se concentraron ayer varios ganaderos para compartir penas y contabilizar daños. El martes tendrán una reunión con el regidor cabraliego, Francisco González, con el objetivo de buscar una salida al oscuro callejón por el que transitan. Quieren batidas para acabar con el lobo y proteger su modo de vida. La frase "así no podemos seguir" sale de sus bocas una y otra vez.

"Nada más nacer el crío compramos 60 cabras, y antes de nacer 40 ovejas. Ahora tiene un año y hemos perdido 31 cabras y una oveja, por dejarla fuera una noche que no la encontrábamos", explica llorando Kaelia Cotera en el vídeo visto por miles de personas. En tan solo unos minutos una manada de buitres redujo el animal a huesos, lo que dificulta que pueda ser contabilizado como daños del lobo ante la ausencia de las marcas de los dientes. "Nos echan de aquí y luego dirán que los pueblos están deshabitados", exclama la mujer.

El matrimonio dispone, entre cabras y ovejas, de unos 240 animales. "De las 240 mandé al monte 180 y en dos meses me quedan 150", sostiene Abel Fernández. Los ganaderos aseguran que en la zona de Pandébano y las Vegas el lobo ha matado este estío a un centenar de animales. "Desde hace una década los daños son exagerados. Este año ha sido especialmente duro", dicen. "A media tarde el lobo anda por una pista donde la gente pasea al lado del pueblo. Hace unos días fue visto a la seis de la tarde. La semana pasada se vio otro por la curvas de la carretera de Tresviso. En Tielve hay otro viejo, por lo menos", señala Abel Fernández.

Según los ganaderos, parte del problema viene dado también porque no todos los daños se denuncian. "La gente se cansa de denunciar y de que no se paguen los daños. A mí, de las 30 cabras que me han matado me van a pagar solo una", dice Fernández.