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La elaboración de sidra casera, al alza en Piloña con más de setenta lagares

"El relevo generacional está asegurado", celebran los productores, contentos por la creciente incorporación de gente joven al sector

Juan Noriega escancia un culete en presencia de Dani Camblor y Pablo Gancedo. CRISTINA CORTE

La producción de sidra casera está en alza en Piloña, donde se estima que existen, como mínimo, setenta y cinco lagares en activo. O lo que es lo mismo: hay uno por cada 96 vecinos, atendiendo a los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que atribuyen al concejo 7.178 habitantes.

La cifra podría aumentar, según el presidente de la Asociación de Sidra Casera de Piloña, Luis Sariego. El colectivo echó a andar en agosto de 2016 para promocionar la bebida regional por antonomasia y el balance "es más que positivo", señala. No sólo porque constatan un incremento constante en la afición por elaborar caldos caseros. También porque entre esos lagareros hay gente cada vez más joven. "El relevo generacional está garantizado", afirma Sariego.

Talleres para elaboradores o un concurso son sólo algunas de las actividades que la asociación pone en marcha anualmente y que socios como Iván Díez, vecino de Fuentes, nunca se pierden. El esfuerzo va dando sus frutos, según explica, ya que en la última prueba su caldo fue el más votado por el público. Aunque "cada maestrillo tiene su librillo", Díez cree que la clave para mejorar la calidad de la sidra está en la temperatura. "Con el frío se mueren las levaduras y la fermentación alcohólica tarda en concluirse. Teniéndola a una temperatura constante de entre doce y catorce grados se evita el problema y puedes corchar en cuatro meses o menos", reflexiona.

En la elaboración cuenta con una ayuda muy peculiar, la de su hermana Ana y su cuñado, el holandés Sierbe Breed. "Llegué a Asturias en 2009 y me llamó mucho la atención el proceso de selección de las manzanas para dar un sabor más dulce o ácido. Yo vengo de Leiden y por allí hay mucha manzana pero no se maya, se usa para zumo", confirma.

Al carro de los jóvenes elaboradores piloñeses se suma Daniel Camblor, de 30 años de edad. En su lagar de Sierra, en Espinaréu, espera sacar adelante este año más de mil litros sidra casera. "En casa siempre se hizo por tradición, para dar salida al excedente de manzana pero sobre todo porque es una excusa para el encuentro", cuenta. Camblor confiesa que hay "piquilla" sana entre los lagareros para ver quién hace el mejor caldo. Su opinión la comparte Juan Noriega, vecino de Miyares, que este año embotellará unos trescientos litros. "Hay gente que se lo toma muy en serio. Me sorprendió la gran afición que hay en el concejo por la sidra, no era consciente hasta que entré a formar parte de la asociación, desde donde nos asesoran y nos ayudan un montón", cuenta este joven de 33 años.

En la misma línea se expresa Alejandro Castañedo, a quien el jurado profesional otorgó el primer premio en el último concurso de sidra casera celebrado en Piloña. "Lo que más presta es el componente social, juntarse para compartir la sidra. Como es una ciencia inexacta aunque repitas los mismos procesos nunca sabes cómo va a salir y probar el primer culete de la temporada y comprobar que sabe bien no tiene precio", dijo este vecino de Bargaéu, de 32 años. Allí reside también Pablo Gancedo, que considera que atender a los consejos y enseñanzas de los mayores es junto con una limpieza impecable de utensilios y botellas, clave para sacar adelante una buena producción. "Parece fácil pero la sidra es caprichosa, hay que seguir unas pautas básicas y no desmotivarse si un año sale mal", sentencia.

La generación de jóvenes lagareros coincide confirma que tanto por el ph de los terrenos como por la orientación de los mismos Piloña es un concejo "único" para cosechar buenas manzanas y, por ende, hacer la mejor sidra.

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