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JESÚS FERNÁNDEZ MALVÁREZ | Descubridor de la cueva de Tito Bustillo

"Aparte de ir a las cuevas a hacer guateques, yo iba a estudiar geología"

"Al encontrar las pinturas de Tito Bustillo sabíamos que no nos iba a creer nadie, así que fuimos a Ribadesella a buscar una cámara para hacer fotos"

Jesús Fernández Malvárez, uno de los descubridores de la cueva de Tito Bustillo, frente a la ría de Ribadesella. CRISTINA MURUZÁBAL

El 11 de abril de 1968, ocho miembros del grupo de montaña Torreblanca y dos jóvenes riosellanos, Jesús Fernández Malvárez y Adolfo Inda, entraron en la historia tras descolgarse por el conocido como Pozu'l Ramu y encontrar así una de las grandes joyas del arte rupestre de todo el mundo: la cueva de Tito Bustillo. Cuando se cumplen 50 años del hallazgo, Fernández Malvárez cuenta cómo recuerda aquel trascendental momento y cómo vivió todo lo que vino después.

- Cincuenta años ya desde el descubrimiento de Tito Bustillo. ¿El hallazgo le cambió la vida de alguna manera?

-Sí y no. Cuando descubrimos Tito Bustillo yo tenía 18 años. En Ribadesella se iba a las cuevas muchas veces a hacer guateques, pero a mí me gustaba la geología y entonces yo, aparte de ir a las cuevas a divertirme, ya hacía mis estudios por ahí. Con 18 años tenía unos conocimientos que no tenía otra gente en Ribadesella. Ir a merendar era una cosa, pero ir un poco en serio íbamos Adolfo (Inda) y yo. La percepción de la gente sobre mí sí que cambió y después del descubrimiento me llamaban otros grupos de montaña para que fuera con ellos a ver cuevas. Me dio cierto valor ante según que gente, pero otra gente no me conoce de nada. Eso sí, tras siete años solicitando entrar como guía a la cueva, por fin me dieron un trabajo, que fue el primer trabajo fijo que tuve. Por lo demás, todo siguió igual, seguí estudiando y la vida no me cambió tanto.

- En un aspecto sí que le cambió, desde ese momento usted ha defendido la teoría de que en una de las rocas hay dibujado un mapa de la zona.

-Sí, vengo defendiendo esa teoría desde entonces. En una piedra se encontraron unos trazos y yo, al verlos, lo primero que dije fue que me parecía un mapa de la zona de Ribadesella y creo que en él están marcados las playas en las que podían encontrar comida, las cuevas en las que podían refugiarse y el río. Yo tenía 18 años y la gente que allí había y que llevaba años haciendo excavaciones decía que no, pero a mí me lo parecía porque yo conozco el terreno. Después de años, hablé con un catedrático de Cartografía y me dijo que podía tener razón. Yo seguí y sigo defendiendo esa teoría. Además, Miguel Ángel García Guinea, que fue el primero que hizo excavaciones en la cueva, me envió una carta para decirme que era algo totalmente factible.

- ¿El descubrimiento fue casual? Algunas personas de Ribadesella que le conocían en aquel momento me contaban que usted ya se imaginaba que allí abajo había algo.

-Unos días antes de San José de 1968 llegaron unos chicos de Oviedo a Ribadesella, que eran scouts pero estaban federados con el grupo Torreblanca, preguntando por un chaval "alto, con gafas y que anda a cuevas", así que enseguida con esos datos les dirigieron a mi casa. Querían ver cuevas por el concejo y Adolfo y yo fuimos con ellos. Estuvimos viendo varias cueva y cuando ya eran alrededor de las siete de la tarde, pasamos por donde está la boca del Pozu'l Ramu, por donde luego bajamos cuando descubrimos la cueva. Adolfo y yo ya habíamos estado en la parte de arriba, pero éramos dos y no teníamos material para bajar. Sin embargo, aquel día éramos 10 personas y había medios, así que bajamos pero nos dimos cuenta de que aquello era tremendo y era muy tarde para mirar más. Quedamos en que ellos volvieran en Semana Santa.

- ¿En ese momento no se lo cuentan a nadie?

-De momento no decimos nada porque no sabíamos todavía lo que habíamos descubierto.

- Hasta que llega Semana Santa y ya van a explorar.

- Sí, recuerdo que, según bajamos, el primer aterrizaje fue en un montón de excrementos de murciélago. Estuvimos como siete horas solo para llegar hasta el fondo de una de las galerías. Al llegar, nos pusimos a comer un poco para recuperarnos de la caminata.

- ¿Cómo fue el descubrimiento de las pinturas?

- A Adolfo le entraron ganas de hacer sus necesidades y como había chicas se apartó un poco y subió una rampa. Allí empezó a gritar y a decir que allí había pinturas. No era normal que a esa distancia de la entrada hubiera pinturas, así que al principio no le creíamos, pensábamos que nos estaba engañando. Fui para allá y al ver que era verdad se lo dije al resto, y ellos pensaban que yo estaba apoyando a Adolfo en su mentira para reírnos de ellos, pero al final la gente fue subiendo poco a poco y vio que era verdad, así encontramos el "Camarín de las Vulvas". El panel principal lo encontramos porque a Tito se le apagó el carburo y, al encenderlo, pegó un fogonazo y ya vieron todas aquellas pinturas.

- ¿Al ver todo eso fueron conscientes de la importancia que tenía?

-Sabíamos que era algo importante, pero no podíamos saber su valor. Lo que sí que comentamos fue que si lo contábamos no nos iba a creer nadie, así que fuimos a Ribadesella a buscar una cámara y flashes para sacar fotos y tener pruebas. Y ya una vez que se enteró la prensa no hubo quien parara la noticia.

- Como riosellano, ¿está especialmente orgulloso de que la cueva se haya convertido en un símbolo de la villa?

-Sí, me gusta que sea el símbolo que es hoy. Aunque me cabreo cuando a veces los turistas se confunden con el nombre de la cueva y la llaman mal.

- ¿Está satisfecho con el trato que se ha dado a los descubridores desde la Administración?

-Una vez me dirigí a la Consejería de Cultura para decir que ya que había un acta en la que se decía que iban a poner una placa con los nombres de los descubridores y que todavía no se había hecho, que ya era hora. Me contestaron diciendo que no tenían datos sobre quiénes eran los descubridores, así que les mandé un dossier con toda la información y todavía hubo que esperar, pero ya está puesta la placa.

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