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Ramón Sobrino, el médico de Llanes que dio con la mejor receta para hacer política

El cardiólogo fue alcalde entre 1976 y 1979: conservador, el PC acudió a rendirle respeto tras ser legalizado

Ramón Sobrino, atendiendo a LNE en Rocamar, en Llanes. E. G. CEA

Hay una anécdota que refleja a la perfección quién es Ramón Sobrino de la Vega para los llaniscos. Ocurrió en plena Transición, cuando ejercía de Alcalde. El Partido Comunista acababa de ser legalizado el 9 de marzo de 1977, coincidiendo con el Sábado Santo. A los pocos días sus representantes en Llanes se presentaron ante Sobrino, de ideología conservadora, para decirle lo siguiente: "Es una pena que el Alcalde de Llanes sea usted, Don Ramón, porque eso nos deja políticamente maniatados. Ni nosotros ni nadie tendremos para usted ni una palabra ni una mala acción porque, usted, jamás la tuvo ni para nosotros ni para nadie. Así que aquí estamos para lo que necesite".

Más de 40 años después el respeto sigue. Y la sociedad llanisca se está volcando en el homenaje que el próximo 21 de abril se le tributará a Sobrino. Será nombrado hijo predilecto del concejo tal y como acordó por unanimidad el pasado miércoles el Pleno del Ayuntamiento de Llanes. Los homenajes a Ramón Sobrino, de 90 años, se completarán con el bautizo de una calle de la villa en su honor.

Su labor como médico a lo largo de su longeva vida ha calado hondo en el seno de la sociedad que le vio nacer en la localidad de Parres allá por el año 1927. "He recibido el nombramiento con mucha alegría. No tenía ni idea. Es una sorpresa muy grata", asegura Sobrino a LA NUEVA ESPAÑA, sentado en una de las mesas de la emblemática cafetería Rocamar de Llanes, el lugar donde tantos y tantos recados recogió como facultativo. Con su habitual modestia asegura no saber por qué los llaniscos le tienen tanto respeto y admiración: "Yo también le tengo mucho cariño a toda la gente de Llanes".

Confiesa que estudió la carrera de Medicina casi por casualidad. "No sabía qué estudiar. Tres días antes de que se acabase el plazo me decidí", cuenta. Formalizó la matrícula el último día de inscripción en la Universidad de Valladolid, donde estaba la Facultad de Medicina más cercana a Llanes. "El viaje entre Llanes y Valladolid duraba unas quince horas. Era una ciudad muy cómoda para estudiar", recuerda. Tras especializarse en neumología y cardiología y pasar por el aquel entonces Hospital General de Oviedo, adquirió el segundo electrocardiógrafo que hubo en Asturias.

De vuelta a Llanes atendió a sus primeros pacientes en la consulta que abrió en la plaza de San Roque, para luego pasar a la calle Manuel Cue y posteriormente al bajo ubicado en la calle Hermanos Saro. Con el paso del tiempo fue ganando fama como cardiólogo a pesar de que, como señala, "en Llanes hacía de todo". De día y de noche atendía todo tipo de urgencias y se desplazaba a donde hiciera falta. "Todos los médicos nos llevábamos muy bien. Éramos muy amigos".

Sobrino, que nunca tuvo carnet de conducir, se desplazaba a ver a sus pacientes en taxi. Los conductores, en numerosas ocasiones, le ayudaban a instalar el electrocardiograma. Recuerda con cariño cuando visitaba a los enfermos a última hora de la tarde y comenzaron a proliferar las máquinas automáticas de ordeño. "A partir de las siete de la tarde no podía hacer electrocardiogramas en los pueblos porque no había luz suficiente, pues estaban todas las máquinas de ordeñar en marcha", explica.

Su bonhomía le hacía, en multitud de ocasiones, adaptar las tarifas a las economías de sus clientes o, incluso, pagar las medicinas de su propio bolsillo. "Cuando tenía que hacer un tratamiento de, a lo mejor, cuatro o cinco días, tan solo cobraba por un día de trabajo o por medio. Si no cobrabas nada había muchos pacientes que no se atrevían a volver a llamar. La gente fue siempre muy agradecida", subraya.

Siendo docente en el Instituto de Llanes y en la Escuela de Maestría Industrial, donde impartía la asignatura de Seguridad e Higiene en el trabajo, ejerció también de manera desinteresada como médico del centro educativo. Todos los alumnos que se matriculaban por primera pasaban por su consulta y por su máquina de rayos X de manera gratuita para hacerles un chequeo. Fue también, de manera altruista, el galeno de la residencia de pensionistas de Llanes, siendo clave esa labor para que abriese sus puertas, pues era necesario tener un médico que atendiese a los residentes.

Tras dejar la Alcaldía de Llanes en 1979 (fue regidor desde 1976 en sustitución de Rodrigo Grossi), no sin antes rechazar varias propuestas de varios partidos para ser cabeza de lista de en las primeras elecciones municipales tras la restauración de la democracia, se trasladó a vivir a Oviedo donde pasó a ejercer como médico en la residencia de Pensionistas de la Seguridad Social ubicada en la calle Santa Teresa, trabajo que compaginó con el ejercicio de la medicina privada en su consulta como especialista en pulmón y corazón. "En septiembre del año pasado cumplí 90 años y un año antes lo fui dejando poco a poco", sostiene.

Católico practicante estuvo muy ligado al movimiento de Acción Católica en su villa natal y en el resto de Asturias. En la parroquia de Llanes fue integrante del consejo parroquial siendo párroco Don Gil Ganzaraín.

Los actos de homenaje hacia su persona incluirán el, próximo 21 de abril, una misa en la basílica de Llanes a las 12.00 horas cantada por la Schola Cantorum, seguido del nombramiento como hijo predilecto en el Ayuntamiento a las 13.00 horas y una comida en el restaurante La Palmas.

Las invitaciones pueden retirarse en mercería Pedregal situada en la calle Castillo hasta el 10 de abril al precio de 32 euros. En este lugar existe un libro de firmas donde la gente puede dejar sus dedicatorias a Ramón Sobrino, una de las personas más queridas por la sociedad llanisca en la historia reciente.

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