Cristián de Diego es el ejemplo viviente de que hacer alta cocina no está reñido con vivir en un pequeño pueblo como es San Xuan de Parres y tener reconocimiento. Su creación "La Reforma" se alzó el martes con el 2.º premio del concurso regional de pinchos, en el que participaron 163 representantes de 33 concejos. Un galardón que, según anuncia, le anima a seguir trabajando día a día para superarse y quién sabe si colocarse el próximo año en lo alto del podio. "Para quien cocina en Oviedo es fácil atraer clientes pero para nosotros este premio significa mucho, nos pone en el mapa", comenta.

"La Reforma", según explica, es una lasaña frita que tiene pitu caleya, encurtidos, bechamel de curry sobre tosta frita y mucha imaginación como ingredientes principales. "Ya estaba en la carta como plato y gozaba de gran aceptación entre los clientes así que decidimos transformarla en un pequeño bocado", resume .

Su buen hacer ya fue reconocido en las dos últimas ediciones del concurso de pinchos de Asturias: en ambos casos se coló entre los finalistas. De Diego tiene claro que el amor por el trabajo bien hecho y una materia prima de cercanía y calidad son claves para ganarse la aceptación de los comensales. Su creación podrá ser degustada cada tarde, desde las siete, en "Casa Pedro", el restaurante familiar que regenta desde hace algo más de un lustro en San Xuan de Parres.

El nombre del pincho vencedor no es casual: comenzó a idearlo cuando planeaba ejecutar unas mejoras en su casa. Fueron sus padres los que abrieron el restaurante hace treinta y dos años. De Diego, que prácticamente se crió detrás de la barra, tuvo claro a edad temprana que quería dedicarse a la hostelería y cursó estudios de la especialidad en Oviedo. Después quiso ver mundo y giró por cocinas del país Vasco, Canarias y hasta Bruselas.

La crisis económica le pilló en la capital española y decidió volver a casa para darle un empujón al negocio parragués, que ya emplea cerca de una decena de personas. "Es un chigre de toda la vida con comida de calidad a la que se le añade un toque actual", asegura. Con capacidad limitada por el reducido espacio del restaurante, la reserva se hace necesaria en días como los domingos cuando junta unos 120 comensales a su mesa.

Los pinchos no son el único punto fuerte del chef parragués, que también logró colarse en la final para elegir la mejor fabada del mundo, que se desarrolló recientemente en Villaviciosa.